POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Fui a Corés, Somiedo, al funeral por Nati Aparicio, “la Prieta”, en la iglesia de Santa María Magdalena; el sacerdote que ofició la misa, el colombiano Luis Alberto Pérez, nos dedicó una plática magistral sobre la fe que los españoles llevamos a América y ahora nuestros cristianados vienen a refrescarnos; apoyado de memoria en citas bíblicas (Isaías, Daniel, Mateo, Juan, el rey David…) vino a decirnos que para los católicos Cristo es Dios, que eso nos diferencia de otras corrientes religiosas. Llamó mi atención su manera de contarlo, desnuda de gerundios y latines, con sencillez, dentro de lo que cabe (el asunto se las trae), en el lenguaje cadencioso de los Salmos, convincente (diría que se quedó corto, que todos somos un átomo de Dios) y breve; enseguida dio la comunión, nos deseó la paz y pidió para la madre de mi amiga Mina el brillo de la luz eterna; ese fulgor sin ocaso que luce poco más arriba de la cumbre del Cabril.
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