POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Desde que alcancé la adolescencia sólo conocí tiempos y lugares en crisis, en Asturias, en España, en todas las partes y en todas las artes, con esta alerta naranja ando por la vida sin estirar los pies más allá de la sábana; cuando carezco de posibles hiberno y si ando boyante ahorro, por si vienen mal dadas. Soy más tonto que uno que subía el Angliru en coche, marcha atrás; en la Cueña les Cabres un ciclista le preguntó por qué subía de espaldas, a lo que el conductor repuso: “Por si en la cumbre no puedo dar la vuelta, así ya bajo enfocado, con toda comodidad”. Siguió cuesta arriba, en reversa. Poco después, cuando bajaba, a la altura de Les Piedrusines, se topó al mismo ciclista, que se extrañó al verlo regresar reculando. “¿Y ahora?, ¿por qué baja también marcha atrás?”, le preguntó. Y respondió el conductor: “Es que, al final, encontré sitio para dar la vuelta”.
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