POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Cuando yo era rapaz y había fiesta en el pueblo, siempre estaba presente, como atracción festiva, una tómbola para sortear cosas que, en general, eran baratijas sin importancia alguna pero que te hacía ilusión verte afortunado en el sorteo.
¿Y cómo se hacía el sorteo?
En la tómbola había una plataforma circular cuyo perímetro limitaba con una pared vertical en la que había 20 o 25 casillas numeradas (no recuerdo).
En el centro de la plataforma el «tombolero» colocaba una rata oculta en una caja y avisaba así a la clientela: «¡Ya está la rata debajo la lata! ¡Anímense!».
Cuando había vendido los 25 números de las casillas, daba unas vueltas a la caja, soltaba la rata y el número premiado era el de la casilla donde la rata entraba.
El «afortunado» recogía su premio y… vuelta a empezar.
Hoy tenía yo gana de sorpresas.
No, no me pregunten la causa porque «en boca cerrada no entran moscas» y «naide sabe como naide, lo que pasa en casa de naide».
Y para hacer algo sorprendente, a la vez que fácil y nutritivo (pero sin pasarse), me dije: ¡Champiñones rellenos de algo y complementados con unas
lonchas «de jamoncina», que es remedio anticatarral.
Y a ello me puse a la vez que tenía » conectado el arradio» para estimular mi espíritu crítico.
¡Y me lo estimuló, oigan, me lo estimuló!
Compré 12 champiñones grandes y muy frescos. Les eliminé la piel exterior y el tallo y los «hice» a la plancha.
Los coloqué en una fuente de servicio sobre una rodajita de tomate fresco y la concavidad (el hueco) del champiñón lo rellené con migas de bonito del norte en conserva de aceite de oliva.
Sobre el bonito dispuse una cola de langostino frita al ajillo. Una finas y sabrosas lonchas de jamón serrano, bordeando la fuente, pusieron el decorado final.
¡Sorpresa, sorpresa!
Mi rata debajo de la lata dio un premio en el sorteo de la tómbola festiva.
¡¡Soy feliz!!
NOTA.- LA OCA del mantel ya les da una pista del vinín que me » iluminó » el aperitivo.