COMO SEÑALA LA CRONISTA OFICIAL DE ISTÁN, CATALINA URBANEJA, LOS HALLADOS PUDIERAN SER ENTERRAMIENTOS PRODUCTO DE LAS MUERTES DE LA EPIDEMIA QUE SUFRIÓ LA CIUDAD ENTRE 1600 Y 1602
Marbella fue durante siete siglos una ciudad musulmana y sin embargo es uno de los pocos emplazamientos donde todavía no se ha hallado una necrópolis de esa cultura. Encontrarla es por ello una prioridad para arqueólogos e historiadores, que lo consideran esencial para profundizar en el conocimiento de la historia de la ciudad.
En ese sentido, la Asociación para la Defensa del Patrimonio Histórico de la Costa del Sol Cilniana ha considerado que el hallazgo de restos humanos bajo los cimientos del hotel La Fonda reviste suma importancia en el avance del conocimiento histórico de Marbella, a pesar de advertir de que la investigación está aún en curso y que hay que proceder con suma cautela, ya que las conclusiones definitivas solo podrán ser dadas a conocer cuando se hayan completado tanto la excavación como las labores de investigación y estudio posteriores.
Desde el punto de vista arqueológico, explican desde Cilniana, los trabajos acaban de comenzar y no deberían descartarse otros hallazgos, como el de la propia necrópolis musulmana. Sin descartar esta posibilidad, lo pertinente es, en su opinión esperar al término de la excavación y al estudio posterior de todos los restos hallados, lo que requerirá tiempo. En función de los métodos de datación utilizados, advierten, se obtendrá un resultado más o menos ajustado a la realidad histórica.
Al respecto, señalan que ubicar con fidelidad la necrópolis musulmana es una de las prioridades de los historiadores y arqueólogos, pero será necesario dar tiempo al equipo que trabaja actualmente en La Fonda si es que siguen apareciendo nuevas evidencias.
En relación con las fosas comunes ya encontradas, desde el punto de vista documental, y como señala la historiadora y cronista oficial de Istán, Catalina Urbaneja, los hallados pudieran ser enterramientos producto de las muertes de la epidemia que sufrió la ciudad entre 1600 y 1602. Como la horquilla cronológica que manejan los historiadores abarca desde 1560 hasta 1640, recuerdan que durante ese marco temporal se sucedieron varias epidemias en la provincia de Málaga, datadas en los años 1580, 1582, 1597, 1600-1602 y 1637.
En su opinión, lo más lógico es apuntar a la de 1600, que se dejó sentir en Marbella de forma dramática. Se trató de una epidemia originada, al parecer, por la compra de ropas que llegaron contagiadas de Flandes, de la que no se supo el número de muertos que causó.
Esta epidemia fue de tal magnitud, según autores consultados por la asociación, que la provincia tuvo que ser repoblada por personas de otras procedencias. La peste causó grandes estragos en Vélez y Antequera y muy especialmente en Marbella.
En ese sentido, la asociación cita un artículo de Antonio Romero Domínguez que señala que en 1604 el Cabildo contrató por cuatro años a un catedrático de la Universidad de Osuna, «al ser la mortandad debida a la epidemia del 1600 de gran magnitud por la falta de medios con que curar las enfermedades y los contagios», lo que causaba notable daño a la ciudad. El brote de peste se extendió por toda la península desde 1598 a 1603, de ahí que en 1604 aún hubiese secuelas en Marbella.
También desde la perspectiva de los testimonios documentales de los que se tiene constancia, la asociación explica que la probabilidad de que los enterramientos encontrados formen parte de la desaparecida ermita de San Sebastián es digna de tenerse en consideración, ya que la documentación archivística confirma ese lugar como ubicación del edificio religioso. Y, si es así, «es muy probable que nos encontremos ante lo que sería el cementerio de la ermita de San Sebastián; sin descartar, por supuesto, que se trate de enterramientos dentro de la iglesia», sostienen desde la asociación. Y en ese sentido, no sería extraño que se hallen casi colindantes ambas ermitas, ya que como apunta el investigador Fernando Álvarez, el término «iglesia» se usaba como genérico y en el XVI solía designar lugares de culto.
Fuente: https://www.diariosur.es/ – HÉCTOR BARBOTTA