POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Fiel seguidor de tradiciones y de leyendas, el pasado domingo día 23 de junio, a la medianoche, introduje un huevo de gallina campera ( de Agüera abajo, Colunga) en un vaso de los de sidra (Comarca de la Sidra) lleno de agua natural.- Vaso, agua y huevo (clara y yema) fueron colocados en una mesa al lado de una ventana semiabierta para que el «espíritu» de San Juan, a modo de nube electrónica en el enlace metálico, sobrevolase sobre ellos y con su huella de presencia «aventurara» mi porvenir para este año 2019.
Ese «futuro ignoto» (¡qué expresión más pedante!) queda desvelado por dos sucesos posibles, observables en la mañana del día 24:
A.- Que clara y yema permanezcan «espatarraes» en el fondo del vaso y eso indicaría un mal presagio o «mal fario», que dicen los andaluces.
B.- Que parte de la clara (en mayor o menor cantidad) «ascienda» hasta la parte superior del agua, incluso llegando a su superficie, formando una figura de «velero bergantin», o esproncediano «bajel pirata», con sus mástiles y velas desplegadas al viento, en cuyo caso el porvenir será venturoso y placentero.
¡Ah!
Esta experiencia de augurio puede realizarse también el día 29 de este mes de junio, festividad de San Pedro Apóstol.
En tal caso la figura que diseñe la clara , si es que «asciende» en el agua, será la de una catedral gótica con sus torres y pináculos, algo así como un «intermedio» entre la «Pulchra leonina» (o Catedral de León) y la italiana Catedral de Milán.
¿Y a usted, qué le salió? , me preguntarán.
Pues ahí tienen las fotos (unos decimos «les afotos» y otros «les semeyes») para que vean el resultado del futuro que me anuncia Sanct Ioan el Baptista, que es el patrono de mi parroquia en Colunga.
A mi, más que un velero, me recuerda a una patera o balsa de náufrago con un palo erguido, que no un mástil, y un «trapu» al viento.
No, no creo que me anuncie un futuro muy halagüeño.
Fue Gonzalo de Berceo (1190-1264) quien en uno de sus libros, tan llenos de devoción, escribió que:
«Sanct Ioan el Baptista, aluego en su niñez
abrenunció del vino e carne e sizra e pez…»
Yo, aunque cristiano viejo, me parece que el buen santo me exige demasiado en sus renuncias, especialmente en lo de la «sizra»; es decir, la sidra.
Así que, en clara protesta ante el futuro, hice una tortilla a la francesa (que en realidad es «a la española») con un poquitín de choricín picante; tiré el agua del vaso y en él me serví «dos culinos» de sidra.
Indudable: Un desayuno muy feliz.