POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONITA OFICIAL DE MURCIA.
No se podían ni ver. Aunque compartieran calleja, si bien tan estrecha que sus balcones casi se daban besos de hierro. Uno era moro, de nombre Zayén; el otro, un cristiano llamado Pitarque. Enemigos antiguos, andaban siempre enzarzados en peleas y disputas, llegando de tanto en vez a las manos. En cierta ocasión, tras propinarse una golpiza….