POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
¿Recuerdan? Hace unos días hablando de la fabada y de su COMPANGU varios lectores (y lectoras) se interesaron por el significado de esa palabra, que alguno hasta llegó a confundir con el «CAMPANU».
Tras la oportuna explicación, unas amigas extremeñas (monterrubianas, para más concreción) identificaron al COMPANGU con lo que allí llaman AVÍOS, es decir, los complementos cárnicos y grasos que acompañan a guisos, cocidos y potajes.
Inmediatamente saltó un lector andaluz aclarando el concepto: “¡Claro! Es lo que por Andalucía decimos «LA PRINGÁ»!».
Efectivamente. Pero «la pringá» encierra a su vez otro concepto referido al «cómo se come».
Así, por ejemplo, si de cocido de garbanzos se trata, primero se consume la sopa; después los garbanzos con sus patatas y verduras; y finalmente «la pringá» (chorizos, gallina, carnes, tocino…), bien aplastada y desmenuzada y untada en pan.
Más aún, hasta hay quienes hacen bocadillitos y montaditos de pringá, que son una delicia.
Yo hace años, muchos años, que disfruto aplastando con pan las carnes del cocido, especialmente el tocino entreverado, y comer pan y «aplastado» sin uso de tenedor alguno.
También lo hago con los huevos fritos y les confieso que eso es manjar de dioses en días de fiesta.
¡Cómo cambian los sabores!.
Y ya que hablo de cocido de garbanzos, recuerdo con especial añoranza aquellas «sobras» que, bien para la cena o bien para la comida del día siguiente, se «refreían» en aceite y se ofrecían como plato principal.
Eran, ¿se acuerdan?, los GARBANZOS REFRITOS.
Siendo yo adolescente me acostumbré a comerlos de un modo muy especial, que bauticé como «a la catalana».
Les aconsejo que lo hagan tal como les voy a indicar.
En una sartén con aceite, al fuego, frían (sin llegar a dorarlos; basta solamente que calienten bien) los garbanzos, patatas y carnes. Es decir, los garbanzos con su compangu, avíos o pringá.
Cada comensal se servirá la cantidad que desee y la rociará con un ligero chorro de aceite virgen extra y un breve «asperges me dómine» de vinagre al gusto.
El resultado es de elevar los ojos al cielo para agradecer tan grande bendición.