POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Dentro de esas palabras preciosas, y ya casi perdidas en el habla actual, es LÁBARO una de ellas. Tal palabra, del griego » lábaron», y después del latín «labarum», sinónimo de «cantabrum», era el estandarte que usaban los emperadores romanos para denotar su presencia en los campos de batalla, en los desfiles, en los juegos… El lábaro, por tanto, era enseña de imperio.
Siglos después, ya establecido el cristianismo, Constantino el Grande impuso la costumbre de que los reyes y emperadores cristianos «publicitaran» su fe dibujando en sus estandartes (en sus lábaros) la Cruz o las letras (superpuestas) PX, símbolo de la palabra Cristo.
En algunos casos, también, la Cruz se acompañaba de las letras griegas, mayúsculas, ALFA y OMEGA, para indicar que Cristo-Dios es el principio y fin de todas las cosas.
Y, así, siglo tras siglo, elábaro (estandarte) es símbolo regio e imperial. Lo leemos, por ejemplo, en el Código de Las Partidas, de Alfonso X (Ley XIII, Partida II, Título XXIII): «Estandarte llaman a la seña cuadrada sin farpas. Esta non debe traer otro si non Emperador o Rey. Porque así como ellas no son departidas, así non deven ser partidos los Reynos onde son Señores».
¿Qué sucedió? Pues que muchas Cofradías e Instituciones religiosas, acogidas al patronazgo de alguna Virgen, Santo/a, etc… adoptaron la costumbre del uso de estandartes para resaltar su presencia en misas, procesiones, etc. Los estandartes o lábaros relacionados con la Virgen María en cualquiera de sus advocaciones suelen ser de color blanco o azul muy claro. Así es la bandera, estandarte o lábaro que luce el Colegio de la Inmaculada Concepción de María (PP- Jesuítas) de Gijón, y así comienza la letra de su himno: «Virgen Inmaculada, luciente aurora,/ Reina y Señora, de este Colegio sois. /¡Oh Virgen bella!/ Sois nuestra estrella; / sois nuestro LÁBARO triunfador…».
También las «palabras perdidas» tienen su historia.