Hay por lo menos dos maneras de leer –y disfrutar– de Satirologio, el más reciente libro de José Verón Gormaz, cronista oficial de Calatayud, publicado por Pregunta Ediciones. Además, esas dos maneras no son excluyentes, sino más bien complementarias. La primera es abordarlo como si de un ejercicio de estilo lúdico pero a la vez riguroso se tratara, en el que Verón Gormaz asume la voz de su ilustre paisano bilbilitano Marcial, que definió y desarrolló el género del epigrama en el siglo I.
El autor adopta así las formas y modos de Marcial, caracterizados por el poema corto, el verso llano y una crítica muchas veces cargada de ironía. La mayor parte de los poemas tiene una estructura similar: primero se expone la actitud o proceder de alguien y luego el poema se cierra con un final sentencioso y punzante. Verón replica con tan buena mano las formas utilizadas por Marcial que este libro podría considerarse casi un manual para familiarizarse con la obra del autor latino.
Pero como bien advierte el subtítulo, es esta una colección denominada epigramas del siglo XXI. Y ahí puede enmarcarse otra manera de leer el libro: compartiendo la mirada severa –aunque en apariencia ligera– de alguien que no está satisfecho de muchas circunstancias que le rodean. En ese sentido, es llamativo cómo muchos de los tipos que provocaban la crítica de Marcial perviven hoy en día: mediocres, fatuos, miserables y mezquinos había entonces y los hay ahora.
Reprobándolos consigue Verón Gormaz; buenos poemas, aunque quizá en los que más brille su genio sea en los más actuales, con temas como la posverdad –con un claro eco machadiano–, la inmigración, la corrupción o el retroceso de la cultura frente a la insipidez digital y mediática. Y ahí sí que se oye restallar la fusta de la crítica de las costumbres, tan querida por los latinos, tan vigente y necesaria entre quienes somos sus herederos.