DE SANGONERA LA VERDE AL HIMALAYA CON SOLO UN GPS • TRES JÓVENES MURCIANOS CORONAN UNO DE LOS PICOS MÁS ALTOS DE LA FAMOSA CORDILLERA SIN MÁS AYUDA QUE DOS MAPAS Y UN LOCALIZADOR
Ago 01 2017

POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA

Los tres jóvenes, tras coronar el Kala Pathar, a 5.643 metros. / J. JIMÉNEZ

Lo único que separa la pedanía de Sangonera la Verde del célebre monte Everest son ocho mil kilómetros justos. Más un GPS, dos mapas y mucha voluntad, que es lo que añadieron los tres jóvenes murcianos que hace unos días, como quien no quiere la cosa, se embarcaron en la aventura de sus vidas: subir al Himalaya. Así, del tirón. Porque, debido a que la economía no está para jolgorios, no cumplieron su sueño en manos de agencias de viaje. Ni siquiera les ayudaron a acarrear sus mochilas los ‘sherpas’, tradicionales guías de Nepal. Todo lo organizaron, como quien planea ir de romería a la Fuensanta, en una cafetería de Sangonera: La Cábala.

A José Jiménez, Francisco Torres y Juanjo Fernández se les ocurrió la idea, como explica el primero, «de preparar un viaje de aventura al Aconcagua argentino, aunque lo teníamos poco claro». Tan poco que, al final, acabaron en el Himalaya. El viaje comenzó con un vuelo que los trasladó a Turquía. Y desde allí a Katmandú, la capital y mayor ciudad de Nepal.

Antes de abandonar España planearon su aventura hasta el más mínimo detalle: escalas, provisiones, estado del clima, búsqueda de mapas y de un buen GPS. «No quisimos ninguna agencia ni tampoco porteadores. ¡Había que ahorrar!», dice entre risas José, quien añade que «cada mochila pesaba unos 13 kilos y solo incluía dos pantalones, dos camisetas, dos chaquetas y poco más».

La primera emoción de su periplo la vivieron cuando se dispuso a aterrizar el avión que los trasladaba de Katmandú a Lukla. Porque ese aeropuerto está considerado como el más peligroso del mundo. Y los murcianos comprobaron que no era un título gratuito. Tiene una pista de 450 metros que, si ya es inquietante que concluya en un gran muro, no resulta menos que empiece al borde de un acantilado. Tan corta es que fue necesario construirla con pendiente.

Y camino de la cima

Ya en tierra, siguieron ascendiendo durante 8 días y dedicaron dos jornadas a aclimatar sus cuerpos a la altitud. Una de ellas la realizaron al llegar a los 3.000 metros; la otra, en los 4.000. De esta forma, el organismo se preparaba ante la escasez de oxígeno. A la comida, en cambio, se acostumbraron pronto. Incluso antes que conciliar el sueño por aquellas latitudes.

«La dieta estaba compuesta de arroz y pasta -explica José-. Y dormíamos en los llamados ‘lodge’», albergues con camas de tablones. Algunas noches, por la altitud, se despertaban de repente como si les faltara aire. Sin contar las bajas temperaturas que no superaban los cero grados.

Según sus cálculos, a cada uno le costaba pasar el día en la cima del mundo entre 4.000 y 4.500 rupias, lo que equivale a unos 40 euros. Casi nada frente a la emoción que les supuso alcanzar el llamado campo base del Everest. Pero se les figuró poco estar a 5.360 metros y se encaminaron hacia Kala Pathar, una montaña próxima a China que alcanza los 5.643 metros. Y de allí, vuelta a Murcia. Antes dejaron como recuerdo una chaqueta que luce «los escudos de Murcia y de la Región y el nombre de Sangonera la Verde».

Una vez de regreso ya preparan su próxima aventura que, vista la actual, no se quedará en mantillas. Ya han localizado dos destinos de interés. Ambos permiten recorrer un desnivel de unos 4.000 metros desde la costa hasta la cima de los volcanes. Son el Teide y otro ubicado en Hawai.

Fuente: http://www.laverdad.es/

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