POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Los músicos protestan por las trabas para tocar en los bares, y los políticos procuran aplicar la ley de Espectáculos Públicos; todos coinciden en que las actuaciones musicales deben celebrarse en locales debidamente insonorizados para no molestar a los vecinos con ruidos ni vibraciones, pero hay una duda con respecto a los decibelios: si se limita a un volumen de 90 o a 100. Un decibelio es la menor energía sonora que percibe el oído humano; por debajo de un decibelio no oímos, y un decibelio más es la menor variación sonora que nuestro oído es capaz de identificar; 20 decibelios equivalen al murmullo en una biblioteca, 40 a una conversación, 70 al ruido de una aspiradora, 100 a un martillo compresor, 140 a una carrera de Fórmula Uno y al umbral del dolor, y 200 a la bomba atómica. Ahora bien, ¿estamos hablando de música o de las trompetas de Jericó?
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