POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Tres fueron los grandes focos del peregrinaje cristiano «universal»: Jerusalén (o Tierra Santa), ROMA y Santiago de Compostela. Escribo ROMA en mayúsculas porque precisamente a los peregrinos a esta ciudad se les llamó ROMEROS y al hecho de su peregrinaje, ROMERÍA.
El peregrinaje europeo a Compostela está plagado de historias, leyendas, anécdotas…Hoy les contaré algunas.
Los caminos jacobeos fueron cuna de multitud de monasterios, conventos, hospederías…En ellos los monjes, en práctica de caridad, intentaban atender a los peregrinos en la medida de sus posibilidades, en muchos casos muy escasas. Una de ellas era la ALIMENTACIÓN.
Así nació la figura del monje «limosnero» y el plato más humilde y socorrido que se ofrecía a los romeros: EL CALDO LIMOSNERO, consistente en una especie de sopa elaborada con trozos-rebanadas de pan duro, agua, sal y unto o manteca de cerdo; en ocasiones complementado con huesos más bien descarnados que con carne. Un poco de ajo daba cierto sabor «al manjar».
Al fin y al cabo, esa comida, aunque muy humilde, venía a cumplir el compromiso monacal:
«Puerta abierta a todos:
enfermos y sanos,
judíos, herejes,
ociosos y vagos;
es decir, en breve,
«buenos» y «profanos».
Viene ahora la leyenda que muchos acoplan, en ese peregrinar a Compostela, a zonas de Portugal, de Galicia, de Castilla y León, de Asturias… Yo, «por el mismo precio», la voy a centrar por tierras de Cornellana y de Tineo.
Erase un romero a Compostela que había sido atendido en el Monasterio de San Salvador de Cornellana (creo que fundado en el año 1024 por la Infanta Cristina Bermúdez, hija del rey Bermudo II). Le ofrecieron como cena el «caldo limosnero», cosa que dejó al buen hombre con ganas de algo mejor.
Al día siguiente, ya cansado antes de iniciar la andadura, fue hasta el monasterio tinetense de Obona, fundado por Adelgáster en el siglo VIII y regido por montes benitos. Siguió esa ruta porque le habían dicho que el rey Alfonso IX, en el siglo XIII, recomendaba-ordenaba a los peregrinos el seguir ese camino y esas estancias. Nuevo «caldo limosnero» y más ganas de comer «sustancia» y no «agua caliente con pan».
Allí en Obona conoció a otro peregrino como él que le invitó a acompañarle en su viaje y a enseñarle cómo se puede comer bien utilizando el ingenio.
Camino de Berducedo pararon en una casa y solicitaron a la dueña un «algo para comer», ofreciéndose a preparar una sopa exquisita con unas PIEDRAS SECRETAS que llevaba.
Aceptó la dueña y el «peregrino listejo» tomando una cacerola con agua y colocando en ella la PIEDRA, solicitó «si tiviese unos grelos ou berzas ou rabizas, una orella y un pé do porco, unos chourizos, un pouco de carne en pedaciños, una cebola, un allo, un pouco de aceite pra facer un sofrito…
¡Vaya! Que preparó un CALDO DE RABIZAS, que bien puede considerarse precursor del POTE DE BERZAS DE TINEO y, por supuesto, del de NAVELGAS.
¡Oiga! ¿Y las PIEDRAS? ¡Ah! Las volvió a guardar el peregrino en su zurrón para seguir enseñando la receta en nuevas paradas del Camino.
En algunos pueblos de Portugal mantienen la tradición jacobea de la SOPA DA PEDRA, que es muy parecida a la del POTE DE BERZAS DE NAVELGAS pues lleva estos ingredientes :200 g de alubias pardas («fabes roxes»); Unas patatas en trozos mediano´puqueños; 150 g de tocino entreverado; 2 chorizos ahumados; un trozo de costillar con su carne; opcionalmente oreja y mano de cerdo; un sofrito de cebolla, ajo, perejil y pimentón y el sabor de una hoja de laurel. Nunca olvidan la tradición legendaria de colocar una piedra en el fondo de la olla.
Pues aquí tienen ustedes, en este caminar a Compostela, motivos más que suficientes para cumplir los deseos del rey Alfonso IX: Conocer los Monasterios de Cornellana y de Obona y degustar un riquísimo y sustancioso POTE DE BERZAS DE TINEO, preparado con especial maestría en CASA LULA (foto del edificio en rojo) o en CASA EMBURRIA (foto del edificio en verde). Están en El Crucero, prácticamente uno enfrente del otro.