POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
El sábado fui en coche a Villaro de Areatza, Vizcaya, en tres horas y pico; subí entre niebla y pinos a Pagomakurre; por las faldas del Lekanda y las campas de Arraba, al refugio de Elorria, encima de las nubes; entre barro y nieve al collado de Aldape; en ligero descenso (los pastores blasfeman porque espanto los caballos, ¡ahí va la hostia!) me desvié hacia la Cruz de Bacigalupe, donde leí esto: “Hasta aquí ascendió mi cuerpo y mi alma de aquí hasta Dios”; de nuevo en ruta alcancé el refugio del Club Juventus, en el hayedo de Eguiriñao; subí al collado Aldamiñospe (entre el Gorbea y el Aldamin; ésta cumbre hollaré después), para, tras la rampa final, alcanzar la cruz donde grité (mi madre es Corrales Aguirre): “¡Aurrera mutilak!, “¡Adelante, muchachos!”, en plural; fui solo pero soy Géminis y, como Whitman, contengo multitudes.
¿Quién dijo que Oviedo está lejos? Los prejuicios son los que nos alejan de todo.
Fuente: https://www.lne.es/blogs/la-mar-de-oviedo/del-naranco-al-gorbea.html