POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Muchos de ustedes habrán oído hablar de Auguste Escoffier (1846-1935), el ilustre cocinero y empresario francés, renovador de las artes de cocina decimonónica cuyas recetas recopiló en un magnífico libro, editado en 1934, con el título de Ma Cuisine.
Escoffier, en sociedad con César Ritz, fundó grandiosos hoteles de alto standing como son los del grupo Ritz, Carlton, Savoy…
Trabajando él en el Savoy londinense tuvo como cliente muy especial a la cantante australiana de ópera Helen Porter Mitchell (1861-1931), más conocida en el mundo del arte como Dame Nellie Melba.
Mujer gustosa de los postres «combinados», fue obsequiada con una creación dulcera que Escoffier le dedicó con el nombre de «Pêche Melba», en inglés «Peach Melba» y en español «Melocotón Melba».
Consistía en lo siguiente: En una lujosa copa de cristal ponía un fondo de helado de vainilla, encima colocaba medio melocotón en almíbar con la parte convexa hacia arriba, bañaba el conjunto con un puré de frambuesa y decoraba con un espolvoreo de almendra laminada muy fina.
Vamos a dar un salto a la Barcelona de la década de 1950.
Las relaciones entre la dictadura de Franco y los Estados Unidos, ya en fase de diálogo «tolerante», supusieron que algunos buques de la famosa VI Flota USA atracaran en puertos españoles como, por ejemplo, Barcelona. Y acá se vinieron los marines americanos, guapos, elegantes y con dólares, presumiendo de señorío en grandes hoteles y restaurantes.
Uno de los más acreditados era -y es- el «7 Portes», fundado en 1836 y en la época que les cuento regentado por don Francisco Parellada.
Y al «7 Portes» vinieron los marines y presumiendo de elegancia culinaria solicitaron un Peach Melba (pronuncien «pich malba»).
El camarero entendió algo así como «PIJAMA» y don Francisco , echando imaginación al asunto, les sirvió un postre a base de flan, melocotón y piña en almíbar, dos bolas de helado al gusto y un chorro de nata montada.
Aplauso general y honor de moda para el PIJAMA del «7 Portes» y de todos sus seguidores catalanes y del resto de España.
En Asturias, región de grandonismo, no podía ser ignorado el invento. Pero, lógicamente, «engrandeciéndolo a lo grande», valga la redundancia.
La cosa sucedió en El Caleyu (Ribera de Arriba-Asturias) donde Carmen y su esposo Manuel regentaban el BAR-RESTAURANTE «EL ALTO».
Antiguos emigrantes en Centroeuropa, Carmen había sido cocinera en Organismos de alta importancia y quiso «adaptar al gusto asturiano» el «Pêche Melba» de Escoffier.
Lo bautizó con el nombre de POSTRE LLOCU porque, con una idea base, su fórmula era variable según las existencias del momento.
Consistía en lo siguiente:
Prepara un frisuelo grande, del tamaño de un plato llano. En el centro colocaba, según existencias como les dije, un flan o un tocinillo, medio melocotón, media pera y una rodaja de piña en almíbar, dos bolas de helado según le apetecieran los sabores; después cerraba el frisuelo a modo de pañuelo y decoraba con nata montada, líneas de caramelo y cerezas en almíbar.
Un POSTRE LLOCU, pero «llocu de verdá». Y rico y sorprendente como ninguno.
Carmen y Manuel, grandes amigos míos, ya fallecieron. El BAR EL ALTO sigue con la escuela de sus fundadores.
NOTA.- Dedico este comentario a mi amigo avilesino CARLOS GUARDADO, siempre ilusionado por saber cosas del buen comer.