POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

¡Madre del Amor Divino! No termina uno de leer la prensa y de comentar algunos de sus artículos cuando surgen nuevos hechos que complementan lo leído y obligan a nuevos «dichos». Aquí y ahora no se cumple aquello de que «del dicho al hecho hay gran trecho» sino que más bien son realidad los versos de fray Luis de León:

«Acude, corre vuela,
traspasa la alta sierra; ocupa el llano,
no perdones la espuela,
no des paz a la mano…»
¿Y qué noticia vamos a comentar?

Pues, miren ustedes, acabo de leer que un grupo de científicos franceses están investigando acerca de la acción beneficiosa de la NICOTINA del tabaco ante los efectos nocivos del virus maligno que nos ataca. Parece ser que los fumadores son más resistentes al virus que los no fumadores. ¡Qué cosas: ayer oricios, hoy tabaco!

Ya lo cantaba mi amor secreto de juventud, SARA MONTIEL.
«Fumar es un placer / genial , sensual.
Fumando espero / al hombre que yo quiero
tras los cristales / de alegres ventanales.
Ver a mi amante / solícito y galante,
y mientras fumo / mi vida no consumo
porque flotando el humo / me siento enloquecer.»
¡Ay, el denostado tabaco («fumar mata») y ahora ensalzado («fumar previene»)!

Les cuento.

Fue en 1561 cuando un embajador francés en Portugal, llamado Jean Nicot de Villemain, envió a su rey Enrique II unas semillas de una planta brasileña (el tabaco) cuyas hojas, secas y pulverizadas, eran estimulantes de la actividad intelectual y daban paz al espíritu al inhalarlas por vía nasal o al aspirar el humo que generaba su combustión.

Los botánicosa denominaron a tal planta, en honor de ese embajador, como «Nicotiana tabacum» y al principio activo causa de sus efectos (un alcaloide derivado de la piridina), NICOTINA,

Les decía que en un comienzo los franceses no fumaban sino que inhalaban por vía nasal el polvo de las hojas secas del tabaco, al que llamaban RAPÉ (palabra que en francés significa «rallado», «triturado», «pulverizado»…)

Esta costumbre de inhalar rapé se extendió rápidamente por toda Europa y era muy seguida por las «clases pudientes» como signo de elegante modernidad.
Bien es verdad que en muchos casos el «pueblo llano» lo tomaba a risa:

«Pepita a Pepe le dio
de su caja de rapé
un polvo; el lo tomó
y estornudando exclamó:
¡qué buen polvo tiene usté!

Sigamos. Dicen los entendidos que el tabaco menos dañino , si se fuma, es el que se ofrece en forma de PUROS. Es posible, no lo sé.

Pero hablando de «puros», casi sin pensarlo, «me se fue» la imaginación a los ESPÁRRAGOS que ahora, en abril, están en plena sazón de frescura, textura y aroma. Y recuerdo haber leído un chiste en la revista madrileña «La hoja de parra», editada en el primer tercio del siglo pasado, que decía así:

Un caballero invita a cenar a una «señorita alegre» en un afamado restaurante de la capital.

.- ¿Qué vas a pedir de entrada? , le pregunta?
..- ¡ Un espárrago bien grueso! , contesta
.- ¡Ah , y con dos huevos ! , añadió
.- ¿También de entrada? , preguntó el caballero.-

Pues nada. Complementando mi comentario de ayer, hoy les daré una receta de ESPÁRRAGOS RELLENOS DE ORICIOS.

Consigan 8 espárragos gruesos en conserva (españoles y si son navarros o riojanos, mejor aún) y abránlos longitudinalmente por la mitad. Rellenen cada uno con «huévares de oriciu»; cierren sujetando con palillos o envolviendo con hoja de lechuga dada un hervor, rebocen en harina y huevo batido y frían en aceite.

Llevan a una fuente de servicio acompañando con salsa holandesa, mayonesa o, mejor aún, con salsa rosa.

Y en esta ocasión, nada mejor que una sidra espumosa «de les que facen ¡pam!».