POR JOSÉ MANUEL TROYANO VIEDMA. CRONISTA OFICIAL DE BEDMAR Y GARCÍEZ (JAÉN)
Desayunar en la terraza de la cafetería “Aroma de Mágina” no solo sirve para alimentar el cuerpo sino también para poder contemplar en toda su inmensidad el frondoso Valle de huerta y olivar que ha generado el río Cuadros a lo largo de los siglos.
Y es que en esta milenaria tierra bedmarense se encuentran asentamientos prehistóricos que van desde la Cueva de la Graja, sita en el Lanchar de Jimena hasta la cueva de la Fresneda pasando por la Cueva de los Esqueletos de Albanchez, lo que denota la presencia de seres vivos en este impresionante valle ubicado entre la Serrezuela de Bedmar y la inmensidad del macizo de Mágina, el cual contemplamos en toda su grandeza desde esta magnífica Terraza, degustando un aromático café y unos deliciosos “churros” realizados de manera artesanal por la mano experta de Cristóbal y su señora.
Pero aún hay más cosas que podemos contemplar de una manera física y hasta casi tocar con la mano: el Cerrillo de la Hoya; los cerros de Fique, el valle del Guadalquivir, la Loma de Úbeda y Baeza, el lanchar de Jimena, el Aznaitín, el cerro Castillejo, el Torcal, Cuadros…, al tiempo que nos traen a nuestra mente pasajes idílicos como el encuentro de la Serrana de Bedmar con el Marqués de Santillana, en las faldas del Aznaitín o Cerro Natín –como le llamamos los de aquí-, concretamente en la Dehesa del Ayozar, “cuando pasaba a varear las olivas de Jimena y haber dejado a su rebaño en los prados de Cuadros”. Un encuentro en el que el poeta queda prendado de la belleza, candor y sencillez de la Moza Bedmareña, aunque ella tan solo se limitase a darle las gracias por el aviso de que “moros de Valdepurchena –(Almería)- habían entrado en nuestras tierras”.
Y con ese regusto especial nos marchamos de esta magnífica Cafetería, cuyo nombre es el de “Aroma de Mágina”, un nombre muy apropiado y bien ubicado, al que hay que volver siempre.