POR JOSÉ SALVADOR MURGUI. CRONISTA OFICIAL DE CASINOS (VALENCIA)
Hace muchos años que visito Hemerotecas, Archivos, Bibliotecas de Valencia y de otras ciudades del Reino de España, pero en este último lustro, estoy frecuentando más los archivos valencianos y donde paso muchas horas es en la Hemeroteca Municipal de Valencia.
Esta mañana de noviembre que se puede definir entre color gris, soleada, acariciada por el viento, la he pasado junto a algunos amigos y eméritos profesores en esa amplia sala de estudio, que nos acoge cada vez que vamos, en la planta baja de la Plaza de Maguncia.
El silencio es la clave, el orden el fundamento, y la concentración en el estudio e investigación es el elemento neutralizador de todas nuestras actuaciones. El lápiz es el fiel notario que levanta acta en cada una de las noticias encontradas, fotografiadas y marcadas para ser impresas en esos papeles en blanco y negro, que recogen el color sepia del momento vivido.
Efectivamente, son momentos en color, momentos que te hacen revivir y recordar la historia y momentos que te conducirán con el tiempo a poder reconstruirla y dejarla escrita. Momentos de la vida. Pero en esos tiempos que pasas entre papeles, buscadores, ejercitando la memoria, encuentras la fórmula mágica que hace posible que el trabajo sea más ameno y fructífero.
Estoy hablando del personal que nos atiende, de los FUNCIONARIOS (AS), que satisfacen con alegría y rapidez nuestras demandas y necesidades culturales. Esa visión de que el carro aparece cagado de material y la sonrisa de la persona que te lo presenta, es indescriptible. De verdad que esta mañana lo hablaba con cara a cara con estas personas, que a mi entender son un ejemplo diligente, ordenado y atento. Cuando haces las cosas por el gusto de trabajar a cambio de un pueblo, de unas gentes, de una historia, sin ninguna recompensa económica y te encuentras con aliados tan indispensables, el trabajo se hace tan agradable, que las horas te pasan velozmente, el tiempo queda suspendido en la historia y llega la hora de cerrar la puerta y seguimos embelesados saboreando la historia.
Gracias a la Hemeroteca, nos hemos encontrado con buenos amigos, hemos conocido grandes personas, hemos recordado la historia de muchos pueblos, estamos escribiendo y si tenemos salud, escribiremos mucho más, sobre el acontecer diario de lo olvidado y lo que es más importante, aprenderemos de los hechos, para mejorar lo que se hizo mal y allí quedó consignado.
Gloriosa Hemeroteca Valenciana que vigilas la historia, mujeres y hombres que custodiáis esos momentos, y queridos amigos que allí nos encontramos, es un lujo muy grande poder tener ese espacio para poner en común lo que entre todos investigamos para dejarlo como herencia a las futuras generaciones, y gracias, a esas trabajadoras y trabajadores, que hacéis tan fácil nuestra labor investigadora.
Merece la pena hacer el viaje desde Casinos, pues además de aprender, almuerzo en el Mercado de Castilla, donde reina el bullicio, la armonia, el compartir la mesa con el primero que te encuentras y degustar esos medios bocadillos que saben a gloria matinal. Volvemos a la Hemeroteca, seguimos ojeando y como ya es tradicional, la mayoría de las veces me voy y me dejo olvidado el Carnet de Identidad, pues bien se, queda muy bien guardado, reposando junto a los libros que día a día, editor a editor, dejaron publicados para el deleite de la historia.