POR JUAN CUÉLLAR LÁZARO, CRONISTA OFICIAL DE FUENTEPIÑEL (SEGOVIA)
Un año más, con ocasión de la celebración de las Elecciones Municipales del próximo domingo 26 de mayo, aparecen en nuestros pueblos los famosos “paracaidistas”, como se ha dado en llamar a esos candidatos que surgen de repente con las siglas de partidos que no han conseguido formar candidatura con gente local en los pueblos en cuestión y que, por su condición de forasteros, lo normal es que no conozcan el pueblo, a sus gentes, sus problemas, sus relaciones personales, sus inquietudes, sus proyectos,… todo lo que constituye la esencia y el día a día de estas pequeñas comunidades rurales.
Si en las elecciones locales de Fuentepiñel de las dos últimas convocatorias las “paracaidistas” fueron Mª Salud Abánades López (que obtuvo 3 votos en 2011) e Inmaculada Gómez San Román (que obtuvo 4 en 2015), ambas enviadas por el PSOE, este año le ha tocado el turno a Mario Ojeda Méndez-Casariego, también del PSOE, con quien, una vez localizado a través de las redes sociales, he tenido el gusto de intercambiar correspondencia vía mail de forma muy cordial y amable.
Gracias a estos contactos virtuales he podido saber que tuvo la deferencia de dejarse caer un día por el pueblo, si bien el único contacto que mantuvo con la gente fue la de informarse a través de dos paisanos con los que se tropezó por la calle de que el bar estaba cerrado porque era lunes (y el bueno de Tomás también tiene derecho a su descanso semanal: esto lo añado yo).
En uno de mis correos le preguntaba que qué le había movido a presentarse para alcalde de Fuentepiñel; que si tenía programa, o algo similar, para en caso de salir elegido poder llevarlo a efecto; que si sabía cuáles son las necesidades y carencias reales de las gentes; o que si firmaría el acta de toma de posesión y acudiría a las sesiones o plenos que se convocaran, a lo que él me contestó que “Mi presentación en la candidatura está motivada por la intención de colaborar en la tarea de llevar las ideas del PSOE a todos los rincones posibles de España. Y a ser posible, ponerlas en práctica. Yo no soy residente en Segovia, pero no tengo problemas de movilidad, por lo que en caso de resultar electo, cumpliría con las obligaciones del cargo. Y en cuanto a planes o programa, no voy a ocultar que debería imbuirme más de la realidad local para proponer la forma de aplicar el ideario de progreso social que rige la actuación de las/os ediles de nuestro partido en todos los pueblos y ciudades de España, tarea a la que me abocaría de inmediato en el caso teórico comentado. Creo contar con la formación política y personal necesaria para acometer ese camino”.
La verdad es que la respuesta se las trae, como decimos por aquí, y está muy bien argumentada si estuviéramos tratando de unas elecciones generales o, quizás, autonómicas, pero todos sabemos que las elecciones municipales son otra cosa, pues más que siglas se votan personas. ¿Traer al pueblo las ideas del PSOE? ¿Tan aislados piensan en las capitales que estamos? Hace más de 40 años que convivimos con ellas (como con las de AP-PP, y ahora las de Unidas-Podemos, Ciudadanos…) pues nos llegan a través de todos los medios de comunicación visual, oral o escrita. Al menos nos llega la teoría, porque lo de ponerlas en práctica ya es más complicado, y una y otra vez vemos que las promesas electorales (lleven las siglas que lleven) la mayor parte de las veces se quedan en eso, en promesas.
Lo de “aplicar el ideario de progreso social que rige la actuación de las/os ediles de nuestro partido en todos los pueblos y ciudades de España” queda muy bonito en la teoría y sobre el papel, pero, en mi opinión, resulta una vaguedad y una terminología hueca y etérea venga de la formación que venga, pues en estos pequeños pueblos no se necesitan “idearios” sino más bien lo que se necesitan son “adiarios”, es decir, gente que esté o tenga representación cada día en ellos para intentar solucionar los problemas que puedan ir surgiendo por nimios que puedan parecer pero que son el pan nuestro de cada día.
Y en cuanto a lo de la formación política y personal necesaria, algo de lo que no dudo en absoluto que tiene, me parece perfecto, pero creo que también es recomendable adquirir (en el caso de que no se tengan, claro) algunos conocimientos de albañilería, fontanería, electricidad y demás oficios de carácter manual que de cuando en cuando hay que prestar a la comunidad a cambio de… a cambio de nada, como cualquier buen servidor público. Por no hablar de comprometerse a renunciar a las dietas, kilometrajes y demás “mamandurrias” que tan bien se les da cobrar a muchos de nuestros “abnegados servidores públicos”. Y es que las economías de estos benditos (y tan codiciados en campañas electorales) ayuntamientos suelen ser muy precarias y lo normal es que sus cajas de caudales estén llenas pero de telarañas.
Como se puede deducir por mis comentarios, no soy muy partidario de esta política de emplear “paracaidistas” que no saben nada del pueblo por parte de los partidos (¡sea el que sea!) con el fin de rebañar los votos del descontento o del servilismo ideológico (por favor, que se entienda bien lo que quiero decir, que no quiero molestar). Sé que es legal, pero me parece utilizar de forma torticera un recurso que en su día sí que tenía razón de ser (no voy a recordar aquí momentos oscuros y arriesgados de nuestra historia reciente), pero que hoy en día (a mi modo de ver, repito) no tiene ningún sentido.
Por no alargarme no voy a contar aquí historias y experiencias de “paracaidistas” que han obtenido alguna concejalía en alguno de los pueblos de alrededor y lo que se han “implicado” por ellos. Una vez pillados los céntimos correspondientes por cada voto e “implicarse” para la constitución de la Diputación provincial, luego si te he visto no me acuerdo.
Pues nada, a seguir peleando por el “disputado voto del señor Cayo” (¡grande Delibes!), que aunque cada vez es más escaso en número por el progresivo envejecimiento y el descenso de sus habitantes, sigue siendo todavía, por lo visto, un valor en alza.
Fuente: http://www.eladelantado.com/