POR RICARDO GUERA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Septiembre es un mes de celebraciones en diferentes ciudades y pueblos de la fiesta de la Virgen la Madre de Dios en una de sus advocaciones más veneradas. Una veneración a la Madre Dolorosa que hunde sus raíces en la edad Media que, según loshistoriadores se inicia en Centroeuropa y se extiende muy pronto por toda la cristiandad deloccidente europeo. Una advocación que conmueve los sentimientos de los cristianos devotos de esa Madre dolorosa, corredentora con Cristo.
Y así se la presenta, con Cristo yacente o en su regazo y su corazón traspasado por siete cuchillos que representan los siete dolores de la Virgen.
La cofradía arevalense dedicada y entregada a cuidar del culto de Nuestra Señora de las Angustias, cuya imagen veneramos en la parroquia de Santo Domingo de Silos, que está inmersa en una reforma de sus «constituciones» o estatutos y su actualización, y también confraternizando y estrechando lazos de unión y hermandad con otras cofradíashermanas de la misma advocación, las cofradías y hermandades históricas y las nuevas.
Compartiendo inquietudes, actividades experiencias y amistad. Y por ello está asistiendo y participando en congresos marianos, en celebraciones extraordinarias de coronación canónica y celebraciones de centenarios, en una palabra, estrechando lazos con otras cofradías que rezamos y veneramos la Virgen con esta misma advocación.
No hace mucho asistimos a la coronación de la imagen de Las Angustias de Valladolid, un gran acontecimiento mariano que protagonizó nuestra cofradía hermana.
Hemos asistido en representación a varios congresos de cofradías y hermandades con esta advocación de Las Angustias, celebrados en Úbeda, Murcia, Cuenca, Estepa y Toledo, que cada dos años nos convoca. El pasado año, asistimos al centenario de la coronación de Las Angustias de Granada, otra cofradía hermana con profundos lazos históricos de unión por medio de la Virgen y de Isabel la Católica, fue otra cita llenan de emociones y vivencias.
Hace apenas unos días, una representación viajó a Vélez Málaga para asistir a la coronación de la Virgen de aquella ciudad andaluza y acompañar a los hermanos y amigos. Y este mismo fin de semana lo hemos hecho otra representación a la ciudad de Zamora para coronar la imagen de esta querida cofradía de nuestra tierra.
Es una forma de estrechar lazos, compartir ideas y vivencias, también de gozos y alegrías, en oración conjunta y pública. Debería también ser motivo de encauzar nuestro camino de renovación estatutaria y actividad como una asociación religiosa renovada.
Una advocación muy popular, tan extendida como venerada en tantos rincones de nuestra geografía, de Canarias, de Portugal, de América, y también de numerosos pueblos de nuestra provincia con los que compartimos patronazgo, ya sea el 9 de febrero, en Semana Santa o en septiembre.
Los actos religiosos y populares de la Coronación Canónica de la imagen de la Virgen Nuestra Madre de las Angustias de Zamora, han sido extraordinarios, emotivos y participativos, con millares de personas acompañando.
La catedral zamorana, ese templo románico extraordinario del patrimonio histórico artístico de Castilla y León, una de esas extraordinarias y espectaculares cúpulas del Duero, con Nuestra Madre bajo ella.
El templo que quedó pequeño para recibir a tantas gentes, de Zamora y de otros lugares que quisimos estar ahí. Una ceremonia solemne llena de contenidos devocionales. Y la magna procesión muy participativa, con gentes devotas de la Virgen María. Cuantas representaciones de la ciudad, de la provincia, de la Comunidad, de tantas cofradías hermanas de España. Con la salve cantada en la Plaza Mayor despedimos a Nuestra Madre de las Angustias, emoción y algunas lágrimas