POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
En numerosos escritos de tema histórico relacionados con Arévalo, siempre se ha destacado su situación geográfica, en medio de la llanura de la meseta que sólo a veces es interrumpida por algún carcavón o foso, erosionados por los ríos y arroyos de parco y ralo caudal que surcan este territorio, algún pequeño río y arroyos afluentes.
También era este el motivo por el que este punto de la meseta fuera tan estratégico en la lejana Edad Media y la causa también de porqué este punto geográfico se convirtiera en un núcleo de población antigua, bien defendida y estratégicamente situada y por ello en la cabeza de una extensa comarca, una Comunidad de Villa y Tierra de aquellas que surgen con la reconquista y la nueva forma de repoblar al sur del Duero. Después esta comarca sería denominada Universidad de la Tierra de Arévalo.
Aunque nuestros ríos son de poco caudal, eran corrientes fluviales que en verano incluso perdían ese poco agua, dicen que en la antigüedad eran cauces más caudalosos. De cualquier forma eran suficientes para labrar estos barrancos, que aquí les denominamos “las cuestas”, de forma despectiva, porque es una evidencia urbanística que esta población siempre vivió de espaldas a este regalo de la naturaleza, eran verdaderos basureros, y en algunos puntos aún lo son.
¡Quién no ha soñado e idealizado este paisaje recuperado para la ciudad!
El del arevalense Francisco Durán ha tenido este mismo sueño, que durante su carrera de licenciado en Ciencias Ambientales por la Universidad de Navarra, lo maduró y materializó en un proyecto ilusionante. Ese proyecto fue presentado al Ayuntamiento, que rápidamente lo aceptó y patrocinó. También fue presentado ante el público arevalense que lo recibió con interés, cariño y esperanza, con auténtica cercanía.
Pues bien, la primera fase de este “Cinturón Verde”, es el paseo del río Arevalillo que ya está a punto de finalizarse, con la creación de un sendero peatonal ribereño, limpiando y recuperando aquellas “cuestas”, un trayecto que tiene varios elementos de gran interés, dos puentes medievales de diferente empaque, el de “Los Barros” -se le llama así porque en su lecho se acumulan las arcillas que arrastra la lluvia, su nombre es Puente de los Arcos- y el de Medina, potente y elegante. Ambos son unas extraordinarias obras de arquitectura mudéjar, ambos están hoy recuperados.
Desde ese mismo nuevo paseo se puede apreciar la balsa del Molino de Valencia, conocido popularmente como “el molino quemado”, o el malecón de calicanto del arranque de otro puente, que parece que nunca se realizó, o las vistas a lo alto del caserío arevalense, o algún naciente o fuentecilla, manantiales del remanente del fondo arcilloso de nuestras peñas, o alguna huerta familiar como las que llenaban las riveras de nuestros ríos de aquellas hortalizas tan ricas, aunque de temporada tan corta, el remozado Castillo, símbolo de la ciudad antigua, o los restos de las controvertidas murallas en lo alto de la cuesta… en estos momentos se están realizando las señalizaciones indicativas en la ruta, los rincones de ocio y bancos de descanso en los remansos de entre las onduladas lomas, y las repoblaciones con plantas adecuadas al terreno que completará el plan y enriquecerá el paisaje que, con un poco de tiempo, llenará de fronda este cinturón verde.
Esta primera fase del río Arevalillo está a punto de finalizarse y ya es un paseo muy delicioso que están descubriendo muchísimas personas, que lo están recorriendo estos días de dorado otoño con las choperas resplandecientes que ya han ido perdiendo la hoja. La segunda fase está prevista en las riveras del río Adaja, es una próxima etapa.
Un sueño de Francisco y de tantos arevalenses que ya va siendo realidad para el disfrute de todos, recuperando la naturaleza al pie del casco urbano. Un paseo fluvial, en un gran cinturón verde que dulcifique, realce y revalorice nuestra fisonomía urbana.