POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Este comienzo de año podemos afrontarlo con un poco de esperanza, porque algunos proyectos seguirán sus caminos y hay datos que pueden permitir tener esperanza en la evolución de las cosas, de esas cosas que a todos nos atañen, las del día a día.
Hemos asistido a unos momentos de crisis muy delicados y penosos para muchos. Para otros menos delicados si se han mantenido, aunque fuera con cierta incertidumbre.
Desde estas mismas líneas he mantenido lo positivo del comportamiento de algunas empresas arevalenses, las que más empleos dan. Pero también hemos asistido dolorosamente al hundimiento de otros sectores que son una gran preocupación. No hace tantos años el sector del mueble era fuerte y saneado, en mi ciudad daba un gran número de empleos estables.
Pero en esta última época hemos visto irremediablemente el cierre de la mayoría. Bien es cierto, aunque nunca sea un consuelo, que esto mismo se ha repetido en otros muchos centros del mueble, desgraciadamente.
Fíjense, en tertulia he oído algunos argumentos que siendo tan simples a primera vista, encierran una gran verdad. Y me decían: desde que se pusieron de moda esos muebles prefabricados de tablas a la medida del consumidor, ya los otros, los de estilo, elaborados en Valencia se han pasado de moda, los gustos han cambiado… Cierto, es una razón a sumar a la crisis, aunque siempre ha cargado con todas las culpas.
También alió a colación los precios económicos, o no, de los productos orientales, que han dado al traste con tantas pequeñas industrias locales, sin darnos cuenta que esas tendencias tan globalizadoras irían en contra de nuestros propios intereses. Y entre tanto, favoreciendo esa implantación en aras a una baratura que no lo es tanto. Al final, si ponemos en la balanza ambas cuestiones, como quedará el fiel? Pues todo parece indicar que siempre en nuestra contra…
Ya ven, hoy me ha dado por la economía, cuando apenas puedo con la mía propia, y no es poco, pero eso dicen en las tertulias, economía en cursos cortos y acelerados que diría el otro, pero acaso las cosas sean más sencillas de lo que parecen. Me decía mi madre, ante un regalo de Navidad: está “hecho en España”, pues muy bien. Los precios no solo se pagan en metálico, a veces pagamos las consecuencias de nuestros errores en especies, en estas cosas del día a día, en el trabajo de los nuestros.
Pero yo quería hablar de nuestras saneadas fábricas que exportan cada día más. Nuestra hostelería que parece animarse tras el bache pasado. El turismo que sin ser masivo, está estabilizado, incluso ha aumentado algo, sin tener como referencia la eclosión de Las Edades, del comercio pequeño, que es la mayoría, a ver si sube.
Ahora que es tiempo de los Reyes Magos yo quiero escribirles mi carta personal, no quiero pedir cosas para mí, que ya han venido anticipados, como dicen mis sobrinas, porque el tío tiene enchufe. Yo quiero pedir unas cosas para mi ciudad, y en esta ocasión me dirijo a los tres: Melchor, Gaspar y Baltasar.
Yo pido para el patrimonio arevalense algún empujoncillo económico y las mejores formas de emplearlo. Para las gentes de la industria, que nuestras fábricas sigan saneadas dando trabajo a muchos jóvenes, la recuperación de la factoría que se incendió y si acaso la llegada de alguna nueva a nuestro polígono. Yo quiero actividad saneada para nuestros pequeños establecimientos, los de siempre, un sector importante.
Yo quiero que nuestros campos y los agricultores comarcanos por fin tengan la recompensa a su trabajo que merecen. Yo quiero que nuestros jóvenes no tengan que emigrar si no lo desean, por falta de un puesto de trabajo, yo quiero… lo que es mejor para mi pequeña ciudad, un balance positivo de las actitudes de nuestras gentes.
Una sociedad más grata para la convivencia. Salud y trabajo para nuestras gentes, alegría y amor en nuestros corazones, y más unión para todo, un sentimiento común por las cosas bien hechas. Felices Reyes Magos.