POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Cuando me llegó la noticia de su muerte estaba repasando unas notas en la hemeroteca de esta casa del Diario de Ávila, unas notas relativas a la Virgen de las Angustias, de los actos que en Ávila y Arévalo se desarrollaron en Año Mariano de 1954, y otras notas sobre el acontecimiento que el año después se celebró en Arévalo con motivo de la coronación canónica de la imagen de Nuestra Señora de las Angustias.
Unos acontecimientos que estarán ampliamente reflejados en una obra que estoy preparando sobre la historia de la Virgen de las Angustias de Arévalo. A la redacción de este diario llegó una nota de prensa del Obispado anunciando el fallecimiento.
Pronto la noticia corrió por las mesas de los redactores de nuestro diario. Y pronto me llegaron tantos recuerdos de este sacerdote amigo, un historiador serio y trabajador como muy bien acreditan sus publicaciones, con el que tantas veces he coincidido. Recuerdos del historiador y amigo al que tantas veces he pedido ayuda en algunos temas de historia que él dominaba.
Cuando le visité por última vez en la residencia sacerdotal, comentamos muchos detalles de esto que estoy preparando, y él quería verlo, que me lo echaría un vistazo me decía. Y yo tan agradecido de que pudiera hacerlo, porque sé que sería un toque de calidad en mi trabajo. Incluso estos últimos días, que necesitaba acudir al archivo, pensé subir a verle.
En realidad retardé esa visita porque no quería acudir sin llevarle una copia, como me había dicho, pero antes esperaba avanzar algo más en ello. También esperando que reabriera el archivo después de su acondicionamiento. Para entonces ya me habían dicho que empeoraba su salud.
En el archivo diocesano, siempre que coincidíamos teníamos algunos momentos de asueto y charla amigable, un cigarrito y un café con pincho… y entre tanto, siempre se interesaba por lo que estaba haciendo. D. Tomás -le decía yo-, he encontrado la referencia de unos cuantos libros de la cofradía y de la congregación de Las Angustias, y tengo antes que leeros todos…
Él siempre sabía de mis proyectos, me animaba y ante las dudas, me indicaba líneas de investigación. Pero a veces las circunstancias te apartan de algunos temas hasta que pasado el tiempo vuelves a retomarlos. Como en este caso.
Como historiador le he consultado en numerosas ocasiones y por tanto le conocía en esa faceta, pero también como amigo cercano, que siempre estaba ahí. Yo le decía a veces: ¡pero que hace un matemático entre libros viejos…! Las letras raras y antiguas son como los números, me venía a decir. Un experto y entrañable, un historiador muy significativo para temas de Ávila, y de Arévalo.
Cuando hace unos años la Obra Social de Caja de Ávila me publicó el libro sobre las murallas de Arévalo, él fue quien me lo presentó en Arévalo, un acto entrañable celebrado en la sala antigua de esa entidad en mi ciudad, la de la Calle de Canales, sala de gratos recuerdos por las muchas actividades culturales en las que he participado. Y tengo que confesar que me llegó a turbar por el cariño con el que describió el libro, bien se notaba su amistad. Apenas unos días antes me lo crucé en la oficina central de esa entidad, y el cordial saludo surgió, como siempre.
Don Tomás, que ya sabía la noticia, escuchó de mis labios, ¡me publican un libro, ya te lo daré! Tras una sorpresa mal disimulada, me manifestó que le agradó mucho cuando le propusieron que lo presentara y así fue, un acto entrañable rodeado de tantos amigos y Don Tomás contando anécdotas de Arévalo, del libro y de mí… Cómo se lo agradecí.
Por eso hoy escribo estas líneas con muchos recuerdos de este amigo que nos deja. Evocar y rememorar momentos, eso es el recuerdo de amistad que hoy llena mis pensamientos, y que resurgirán de nuevo cuando sienta su ausencia en momentos como esos. Mis recuerdos entrañables de afecto y admiración por un amigo.