POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
A lo largo del tiempo, desde que escribo estas columnas que llamo “Desde mi torre Mudéjar” he tratado en diferentes ocasiones el tema de nuestra Virgen, cada año por estas fechas el tema de nuestra Patrona, desde diversos ángulos o puntos de vista, he recordado la varias veces centenaria devoción popular que las gentes de mi tierra tenemos a esta advocación mariana de raíces tan profundas, los ritos y tradiciones que rodean su fiesta, algunos de origen ancestral.
Al propio tiempo me encuentro ahora dedicado a profundizar en datos y relatos referentes a la historia de esta advocación mariana en mi ciudad y su comarca, y por ello mismo, tengo frescos en la memoria numerosos acontecimientos relacionados con ella, y también, tengo que decirlo, han aflorado muchas emociones a flor de piel.
De nuevo es un tema lleno de buenas vibraciones, el poder compartir amores a la Madre espiritual con las gentes de mi ciudad y de su comarca. Cómo emociona el resurgir de la llama de la fe y los rescoldos de la devoción, que a veces sufrieron por los desastres de las guerras, o por el desgaste de las ilusiones de los hombres, y que nuestros antepasados supieron reavivar siempre con entusiasmo renovado.
Y cómo fueron alguno de aquellos acontecimientos que han caracterizado el amor a la Madre Nuestra Señora, cuando multitudinariamente fue venerada en aquel Año Santo Mariano de 1954 en su peregrinación a la ciudad e Ávila, o apenas un año después en la Coronación Canónica de nuestra querida imagen, o cómo lo es cada año en su fiesta… emotiva y solemne, sentida por muchos arevalenses y comarcanos.
Así ha sido también estos últimos meses en que, después de la renovación de los estatutos de la Archicofradía de Nuestra Señora de las Angustias de Arévalo, que aquí según la tradición llamamos “Constituciones”, que han sido aprobadas por la autoridad eclesiástica, y ahora los vemos aplicados en una renovación sustancial.
En realidad se trata simplemente de ponernos al día en las normas que todo colectivo tiene para organizarse, en este caso en forma de una asociación de fieles católicos, como marca el Derecho Canónico.
Pero esa renovación implicaba también el cambio de usos y costumbres, aunque manteniendo el respeto por la tradición y por nuestra historia, no han de quedarse anquilosados, sino satisfacer las necesidades actuales para conseguir sus fines, que no son otros que dar culto a Dios por mediación de la Virgen María, su Madre.
Los arevalenses que se sienten especialmente tocados por el amor a nuestra Virgen, y son devotos que han querido asociarse en torno a Ella, se han sumado estos últimos meses a la posibilidad de pertenecer a la cofradía. Y así, al comenzar la novena de este año, que es el preludio de la fiesta principal, se ha procedido a materializar esa entrada de nuevos cofrades.
Tengo que decir que me ha parecido verdaderamente hermoso ver nuestro templo parroquial de Santo Domingo de Silos abarrotado de público para comenzar estas fiestas religiosas. Y como no podía ser de otro modo, el primer día de la novena se puso la medalla de la Virgen a los nuevos cofrades, 44 nuevos cofrades que por el momento lo han pedido.
Gente mayor que deseaban desde hace tiempo poder inscribirse, y gente más joven deseosos de participar en los trabajos, dedicación y culto a la Virgen Nuestra Señora, gentes de toda edad y condición con tan importante lazo de unión.
El Año de la Misericordia es el tema de fondo estos días. La misericordia de la Madre que acoge bajo su manto a tantos fieles que la rezamos. Qué hermoso es ver a las gentes de Arévalo junto a tantas gentes de nuestra comarca unidos por medio de los amores a la Virgen.
Como dice nuestro himno: ¡Ho, Reina del dolor, que tantas horas, buscando de tus brazos el abrigo, cabe la Cruz desconsolada moras…!