POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)

En esta tierra llana, el entorno y toda la Tierra de Arévalo, estas pequeñas elevaciones o lomas calcáreas, que emergen en medio de la meseta, parecen algo especial y dan un toque paisajístico distinto y peculiar.

Cantazorras son unas lomas muy cercanas al norte de Arévalo, en las que afloran una serie de margas arcillosas y calcáreas y entre las cuales aparecen vetas de calizas sedimentarias del Mioceno. Muy especiales porque en ellas aparecieron importantes fósiles, las famosas tortugas gigantes de Arévalo.

También cerca de estos parajes se abrían las canteras de la piedra caliza, que aquí llamamos “rajuela”, porque en su extracción quiebra o raja de modo natural y no se puede labrar. Durante siglos fueron las canteras de piedra que surtieron a todas las obras de la zona, con ella y el ladrillo mudéjar se construyó nuestra arquitectura y todos los monumentos, desde la época romana y especialmente la mudéjar en la Edad Media.

Un terreno que son restos de las afloraciones antiguas emparentadas con los montes Torozos y todas las elevaciones que surgen de la llanura, esas lomas de Don Vidas y Palacios, o los ataquines.

Hace algo más de treinta años, en este paraje se acondicionó a circuito de moto cros por un club de este deporte, para lo que pidió autorización al Ayuntamiento. Se decía que solo se señalizarían unos caminos, sin estropear el entorno. Entonces no había la conciencia de naturaleza que ahora tenemos, y aunque hubo algunas críticas, fueron muchos más los que lo querían.

Después eso derivó en delimitar los caminos con neumáticos. Los aficionados llegaron a ponderar la singularidad del circuito. Pero, poco a poco aquello fue decayendo y cuando la inquietud por el daño ocasionado creció y se demandó revertir aquella situación, quienes pusieron los neumáticos en la fiebre motera, ya no aparecieron para quitarlos, incluso ante las demandas del propio Ayuntamiento, ya nadie estaba en aquello.

Tampoco el propio Ayuntamiento de entonces se comprometió a ello, el tiempo pasó y aquello quedó ahí, como testigo de algo que nunca se debería haber producido. Se recuerda también que algunos de quienes los pusieron con entusiasmo deportivo, también después se subieron al carro de las protestas… como otras veces y con otras cosas.

Ahora que estas cosas del campo y la naturaleza se valoran de otra manera, se estudian los valores naturales del entorno, algunas especies significativas tanto animales como vegetales, y se está planteando su rehabilitación, especialmente por la asociación “Galérida Ornitologos”, un grupo de estudios ambientales de La Moraña y Tierra de Arévalo. Este grupo lo está planteando tras su investigación y el hallazgo de una interesante variedad de plantas de la denominada “flora vascular”, y entre ellas, la Malvella Sherardiana, incluida en el catálogo de flora protegida por la Junta de Castilla y León. Un trabajo de campo que nos ha desvelado unos valores naturales que a los que no somos expertos nos pasan desapercibidos, pero que ahí están.

Precisamente el día en torno a San Blas, cuando este grupo nos invita a la contemplación de nuestras cigüeñas en su campaña anual, Víctor Coello, uno de sus miembros, me comentaba este apasionante tema y algunos de sus aspectos. Me comentó también el estudio que han realizado y que sería presentado al Ayuntamiento, que es el propietario de gran parte de esos terrenos de Cantazorras, y también a la Junta. El tema me parece muy interesante y por ello lo traigo a esta columna.

Lo que plantean es la declaración como “Microrreserva de Flora Vascular” de este paraje situado al norte de nuestro término municipal, por lo que el Ayuntamiento ha recibido este estudio como propuesta para la declaración, y para ello piden el apoyo de la corporación.

El primer paso, la retirada de los neumáticos, ahora que la corporación ha emprendido un camino a favor de nuestra naturaleza, y porque es de gran interés general.