POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
Un refrán castellano socorrido y elocuente de una situación, la de un campo espléndido, verde como pocas veces, esos verdores que en Castilla son tan efímeros, apenas un mes o mes y medio. Efectivamente, las abundantísimas, casi interminables lluvias de abril y lo que va de mayo, han dado la entrada a un paisaje exuberante y verde, esperemos que nada trunque esta promesa de mieses que se nos presenta.
Un inicio de mes con un puente importante y mucho movimiento de personal, ya se sabe que en Madrid están deseando salir, y nosotros de recibirlos con lo mejor que tenemos que ofrecer, nuestro patrimonio histórico artístico y nuestra exquisita gastronomía con la estrella de los asados, el “Tostón”, como nosotros llamamos aquí desde siempre al conocido Cochinillo asado.
Bastantes grupos y muchas personas de por libre han llenado nuestras calles de visitantes, muchos visitantes a las exposiciones cervantinas, de vinos y en los restaurantes. Este tema en realidad, en un puente como este, pues no es novedad, que poco más o menos ha cumplido como cada año.
Lo que sí ha sido novedad en este primero de mayo es el recinto ferial vacío, el Parque de Vellando como cualquier día del año. Y es que la Feria de Muestras ha sido trasladada de fechas. Parecía una cosa intocable, la costumbre y la tradición, pero parece que por motivos evidentes de efectividad y de acuerdo con los interesados que exponen en ella, se ha tomado la decisión de su traslado a primeros de junio, justo un mes después. Ya nada es intocable.
Esperemos que la medida esté acertada y sea en beneficio general del acontecimiento y de los ciudadanos. Creo que lo mismo ocurre, es el mismo lote, con la almoneda de antigüedades que sustituyó a la Feria de Antigüedades para enfocar el evento a un público más general. Ambas gozan de prestigio.
Una de las antigüedades de alta época que representó un espaldarazo al importante gremio local de anticuarios. Hoy es distinto y los gustos han cambiado. La almoneda es más popular y asequible y atrae igualmente a mucho público.
Y hemos comenzado mayo con un acontecimiento religioso, la coronación canónica de la Virgen de las Vacas de Ávila, una fiesta para la ciudad y para todo el obispado. De Arévalo acudimos invitados una representación de la Archicofradía de Nuestra Señora de las Angustias.
En la provincia había dos imágenes coronadas, la Virgen de Sonsoles, de Ávila (coronada en 1934) y la de Las Angustias de Arévalo (1955), por tanto esta es la tercera imagen coronada. Por ello, ambas representaciones fuimos recibidas con una cierta preeminencia, si me permiten esta expresión, como aconseja el protocolo.
Hubo antes una tercera imagen coronada, la Virgen de la Soterraña de Olmedo (1924), porque esta población vallisoletana entonces pertenecía eclesiásticamente a nuestro Obispado, hasta el año 1958 más o menos, y por ello entonces era parte de la vida religiosa del obispado, coronada y considerada así. Es ya un dato histórico.
A pesar del día amenazante de lluvia, al final nos permitió la celebración de todos los actos según lo programado, aunque el viento y el intenso frío que se apoderó de toda la tarde, tan emotiva como desapacible, en la que miles de personas pudimos aclamar a Nuestra Señora en el momento de ser coronada por nuestro Obispo Jesús García Burillo, acompañado del cabildo y numerosos sacerdotes, en un espléndido altar instalado en el “Mercado Grande”.
Una advocación mariana llena de particularismos de un barrio abulense que mira al Valle Amblés, que celebra la Ascensión del Señor, el denominado Patronato de la Santísima Trinidad y Virgen de las Vacas, con romería y visita al centro de la ciudad. Una gran representación de cofradías y asociaciones de todo Ávila y la provincia, como ha recogido este Diario, asistimos a los actos y procesiones en júbilo en torno a la Virgen de las Vacas, como unos “vaqueros” más.