POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Hace unos días he tenido ocasión de asistir a la inauguración de una magnífica exposición en el Museo de las Ferias de Medina del Campo, dedicada a un gran personaje histórico, Simón Ruiz, el mercader, banquero y mecenas fundador de aquel tan importante hospital de su nombre que fue la vanguardia en la villa de las ferias, la populosa villa de los grandes mercados, los más importantes de Castilla y de los mayores de la Europa del s. XVI.
Un gran personaje figura de las altas finanzas de la Corona Española. Una exposición muy recomendable por sus fondos documentales y artísticos de la Fundación Simón Ruiz. Siempre es grato corresponder a la amabilidad de mi colega y amigo Antonio Sánchez del Barrio, el Cronista Oficial de Medina del Campo, que es el director de este atractivo museo y fundación, con el más importante archivo económico de España, un legado que cuidan, estudian, publican y divulgan en preciosas publicaciones y en exposiciones periódicas. Una envidiable actividad permanente de un gran equipo.
Con esta ocasión, pude reencontrarme con bastantes amistades de tiempo atrás, lo cual siempre es grato. Entre diversos conocidos, en concreto pude saludar a unos buenos amigos después de bastante tiempo, África y José Javier, con los que recordamos aventuras e historias de hace tiempo pero que están ahí, como algo cercano y consustancial de una época. África entonces era miembro de una empresa, “tresmedios”, la que realizó las excavaciones arqueológicas de El Real, un momento interesante después del desastre del derribo, que permitió al menos documentar el sitio, en una situación ya irreversible.
Muchas experiencias. José Javier, es un historiador cabal, experto de documentación y archivos, el compañero de aventuras editoriales de un gran arquitecto, Fernando Cobos, un tándem que entre sus numerosas empresas comunes está un magnífico libro, yo diría que monumental: “Castillos y Fortalezas”.
Con ellos pudimos descubrir muchos datos y detalles de nuestro castillo arevalense incluso antes que por otros medios, que conocían y publicaron creando un precedente valiosísimo.
En la columna anterior, hablando del puente y del arco de Medina, quedó allá, al fondo, la inmensa silueta de nuestra fortaleza que José Javier ayudó a documentar y conocer mejor. Pues en este reencuentro, hablamos mucho de todo esto, me comentaba con cierta amargura que lo había visitado recientemente y había apreciado el deterioro que están sufriendo las ruinas del baluarte, esa antemuralla que antes de ser descubierta estaba perfilada en la mente de estos expertos, porque habían manejado infinidad de documentación de su construcción al inicio del siglo XVI, en varias campañas propiciadas por los Reyes Católicos, que continuó el propio Fernando a la muerte de Isabel, hasta 1517.
Una idealización que dibujaron con la certeza de la correcta interpretación de los datos y que efectivamente, en las excavaciones, afloraron aquellos restos del baluarte, los restos que no habían sido destruidos, porque este sector sufrió mucho también la fiebre destructora de la extracción de materiales, tan destructiva.
En aquella restauración quedaron a la vista la mayoría de elementos constructivos de aquellas campañas en que el castillo medieval es reformado y transformado en una fortaleza artillera, de las primeras de la corona de Castilla, junto con el castillo de Fuenterrabía, según dicen los historiadores expertos. Nueva fisonomía, la actual.
Esta piedra nuestra, tan blanda, que está propiciando en una alianza diabólica de esa piedra caliza tan blanda, las inclemencias de nuestros rigurosos inviernos y el mantenimiento inexistente, caro y complicado… el caso es que estos viejos muros se están deteriorando alarmantemente. Es como la exfoliación por capas, que está destruyendo los sillares pétreos reduciéndolos por momentos. Alarmante deterioro.
Una pérdida irreparable, ahora que el castillo es referente y atracción de la ciudad.