POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Amigos lectores, tengo que reconocer que en la columna anterior titulé de una forma muy taurina, de esos festejos populares históricos de mi ciudad, porque lo taurino sigue siendo uno de los principales puntales de todos los festejos que componen el calendario festivo.
Un grito de la gente que preludiaba la llegada de los novillos y toros, el grito anunciador de la cercanía de los toros para el encierro. Muchos artículos y muchos datos históricos he publicado sobre estos festejos populares. Pero el tema fue cambiando, y no el titular. Siento haber podido inducir al error, no era mi intención, pero es que estaba abstraído con un sucedido de estos días, ese es el motivo de mi distracción.
He tenido la ocasión de conocer a Gonzalo Santonja, experto en tauromaquia y gran conocedor de los festejos tradicionales, tema del que ha publicado numerosos libros y sobre estos temas comentamos.
Y precisamente ese grito es un componente local en eso de la tauromaquia tradicional, como también aquellos gritos “ululúes” que castizamente gritaban las mujeres y nos alertaban del peligro o de su cercanía… restos ancestrales de unas tradiciones varias veces centenarias. Con este tema de fondo rebusqué entre papeles y archivos para desempolvar algunos de los artículos taurinos que he publicado y compartirlos con él.
Pero yo hoy quería detenerme en algunos aspectos de estas fiestas largas y multitudinarias, las Ferias y Fiestas que modernamente hemos apellidado de San Victorino, nuestro Patrón, desde que se cambiaron las fechas de su celebración.
Unas fiestas que manteniendo en conjunto sus raíces, está innovando para acomodarse a los momentos actuales. No son solo fiestas taurinas, también destacan por las mejores agrupaciones musicales que nos visitan y amenizan las noches largas y este año deliciosas. Siguen siendo unas fiestas muy compartidas, somos comarca y lo sabemos, los de aquí y nuestros vecinos, con quienes vienen de más lejos.
Y un sinfín de actividades deportivas, culturales y de entretenimiento.
También estas nuestras fiestas se han contagiado del “botellón”, pero no sólo en el sentido del consumo de bebidas más o menos fuertes, sino en el peor sentido del “todo vale” respecto a los residuos, las grandes meadas, también los potados varios… y esto está creando un estado de opinión creciente, se comenta y se dice que la asignatura pendiente de estas fiestas es la limpieza de nuestras calles y plazas. Tema preocupante que no debe de tener una solución fácil, pero sí necesaria.
En ello inciden también los miles de visitantes que muchos de estos días festivos vienen a la ciudad a disfrutar. Diversas opiniones me inducen a pensar que quizás estas fiestas hayan sido las más multitudinarias de la historia. Comenzamos la semana muy calurosa, para seguir con algunas tormentas y lluvias que refrescaron algo el ambiente, para finalizar el segundo fin de semana de nuevo muy caluroso.
Las corridas, aunque se ha dado crónica en estas páginas, quiero apostillar los dos espectáculos estupendos que hemos disfrutado. Con oreja más o menos, que esto no son Las Ventas, pero con el beneplácito y disfrute popular, porque fueron mucho más que entretenidas, fueron estupendas. A pesar de la desgracia de Víctor Barrios, el joven torero muerto en el coso turolense, un torero conocido aquí por su asistencia a unas jornadas taurinas en las que estuvo con otros toreros jóvenes. Fue una noticia tremenda que corrió como la pólvora y se notó en el ambiente.
La cara amable fue la presencia de la infanta doña Elena de Borbón, tan señora ella y tan sencilla, asequible, taurina y popular, aplausos cerrados con el himno de fondo, y una expectación por toda la plaza, como escuché a una mujer arevalense: “Infanta, sea bienvenida, Arévalo la quiere…” Otro día comentaré unos pensamientos al respecto, contaré una historia que me recordó esta visita de nuestra infanta favorita… la de otras infantas del s. XVI y su estancia en esta antigua villa, historias de mi ciudad.