POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
De unos años a esta parte se están consolidando diversas actividades veraniegas que llenan una agenda de estas fechas. No son unas actividades que coinciden estos días según las circunstancias, es una programación que podemos considerar estable y esperada por el público. Este año además tenemos otras actividades programadas con motivo de la celebración del IV Centenario de la muerte de Cervantes, con lo que la oferta aumenta considerablemente.
Yo quería hoy dar un repaso a esas noches veraniegas que nos deleitan con teatro, músicas diversas, obras de representaciones musicales, líricas o ligeras, en fin, buen entretenimiento nocturno y veraniego. Y también recoger el espectáculo, el que esas noches musicales se desarrollen en un marco tan extraordinario como la medieval Plaza de la Villa arevalense. Un aspecto éste que llama la atención a quienes la visitan por primera vez, y que también resulta un gran aliciente para quienes ya conocen este escenario.
De hecho, algunos de los participantes en esas veladas, manifiestan y agradecen el estar aquí, el actuar en este lugar tan bello y arropados por un público fiel que cada noche llena las sillas municipales, además de otras muchas portátiles, como también otros asistentes que ocupan improvisadamente el anfiteatro resultante de los escalones de la fachada sur de esta plaza. Al final muy buena asistencia a estos actos.
Verán, recordando, recordando… me vienen a la memoria alguno de los numerosos actos magníficos se han desarrollado en este escenario maravilloso, grandes montajes teatrales en algunas ocasión con obras de circuitos del mayor prestigio, grandes montajes y grandes espectáculos que aquí siempre resultaron muy atractivos. Como la obra sobre Isabel con su muerte y gran coreografía, y otras de tema histórico, o aquella obra Equs, uno de aquellos montajes que nos ofreció el que conocimos como “Estival” y nos ponía en los grandes circuitos, tan grande que a veces decíamos que era mejor tres por el precio de uno… Pero ese era el sistema del momento. Lo tomas o lo dejas.
Y otros montajes más sencillos pero igualmente realzados en este entorno monumental, como ha sido recientemente el delicioso “El caballero de la triste figura” que hace unos días nos ofreció un precioso montaje escénico con Don Quijote como motivo argumental. Es nuestra plaza un gran escenario abierto, una plaza de arquitectura popular castellana jalonada de dos templos bellísimos y tres hermosas torres mudéjares, torres de Arévalo, nuestra silueta recortada en el horizonte castellano. Es uno de esos lugares propicios para estas cosas, una especie de plus añadido a los propios valores escénicos de cada montaje y de cada representación.
Y por cierto, en la primera de las representaciones pudimos ver al bajar hacia la Plaza de la Villa una gran bandada de cigüeñas, más de sesenta, que revoloteaban en torno a San Nicolás y las torres gemelas, una algarabía de zancudas que cubrían el cielo arevalense en una especie de vuelos rituales en círculos, la llamada a las cigüeñas locales que se enrolaban para emigrar hacia el sur. Ya había visto este espectáculo con anterioridad, aunque requiere la oportunidad del momento en que se produce. Y así, estas aves que contemplan con indiferencia todo lo que los humanos hacemos bajo ellas, ya no estaban presentes para estos momentos musicales de los conciertos de verano.
Como espectador estos días me venían a la memoria algunos lugares emblemáticos donde se aúnan obras y escenarios, un maridaje estético que da fama y prestigio el que conocemos en otros lugares, salvando distancias, desde luego.
Pues sí, exposiciones variadas, tanto en la sala municipal de la Casa del Concejo como en el Museo de Historia de Arévalo, o en el Espacio Cultural de San Martín, están siendo ocupadas permanentemente por las más variadas exposiciones. Algo parecido ocurre con las salas de conferencias, no faltan actividades.