POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
La tentación es de no esperar a que se produzca la segunda de las visitas nocturnas, ese clásico de nuestros veranos de Arévalo, clásicas y tradicionales pues ya van por su edición treinta y dos y este año ha alcanzado una de sus mayores cotas de asistencia. Falta la segunda noche de ruta que será el próximo sábado, pero al margen de lo que ocurra esa noche que está por venir, la primera ya ha sido todo un referente.
Necesariamente tengo que volver a este tema de las noches de verano, y en esta ocasión por esas visitas nocturnas guiadas. Porque siendo uno de los guías que durante estos años hemos mostrado las facetas más variadas de nuestra historia, personajes ilustres o de aspectos del arte de mi ciudad, un abanico temario que ya es de una considerable nómina que ha divulgado tantas historias del Arévalo turístico e histórico.
Y no quiero esperar a la segunda de las visitas para hacer un balance, que con la primera ya tengo la necesidad de comentar desde mi punto de vista personal este hecho que nos ha llenado de satisfacción, no solo por el numerosísimo número de participantes, empezamos más de trescientos que a lo largo del recorrido de casi dos horas y media, fue aflojando para finalizar algo más de doscientas personas. Una cifra insólita e ilusionante.
Verán, cuando algún año por un determinado estado de ánimo decíamos que serían las últimas, llegaban las vísperas de las fechas de celebración, y las llamadas y preguntas de cuando eran las visitas, nos ponían las pilas y al renovarse la ilusión, preparábamos la ruta con algún tema, novedoso si podía ser, o alguno repetido, pero con el discurso renovado, que ya sabemos más que hace unos años, como es el caso del tema de este año: «Arévalo y el libertador de Cervantes», que habiéndole tratado hace años, hoy tenemos más conocimientos y nuevos datos sobre esta figura del redentor del cautivo más ilustre que Argel tuvo nunca, Miguel de Cervantes Saavedra.
El tema muy atractivo en estas latitudes por los vínculos de amistad del genio de las letras, el rescatado, con nuestro fraile trinitario, su rescatador. Y todo ello sazonado dentro de la conmemoración del IV Centenario de la muerte de Cervantes.
La emoción y unos ciertos nervios, como de principiante, al advertir la generosa respuesta a nuestra llamada. Emoción al ver a muchas personas conocidas, fieles como los que más, que año tras año, nos acompañan cariñosa y amigablemente. Pero también por tantas gentes nuevas, muchas caras desconocidas que vienen de los sitios más inverosímiles a la cita.
Pareció que nadie quedó defraudado. Los amigos de la asociación La Queda completaron el itinerario cervantino-trinitario con una serie de escenas cortas de teatro alusivas al tema que llenaron de espontaneidad y gustaron mucho al público. Una noche redonda y emotiva. Gracias por la respuesta, hasta el próximo sábado.
A Don Vicente Oya.
Hablando de emociones, en este caso contradictorias, una triste emoción me inundó al conocer la muerte de un compañero cronista oficial y amigo entrañable: Vicente Oya.
Un modelo para cronistas, y que conocí y sintonizamos desde el primer momento de mi nombramiento, siempre afable y cariñoso, buen compañero y mejor amigo. Aún recuerdo con emoción la visita que efectué a Jaén, porque conocer esa preciosa y para mí entonces desconocida ciudad, de su mano fue conocerla a fondo y empezar a quererla.
De aquello y agradecido escribí entonces en otra columna. Un historiador, con sabiduría de humanista, escritor y periodista, de pluma tan fácil como profunda en los millares de semblantes biográficos y «jaencianas» que cada día publicaba en el diario Ideal de Jaén. Un hombre muy comprometido con la asociación Aprompsi de discapacitados a la que dedicó gran parte de su vida y ocupación. Cronista de Cambil, hace unos pocos meses había sido nombrado Cronista Oficial de la provincia de Jaén. Condolencias a su esposa Isabel y a su niña… que he conocido en Jaén y en los congresos, un abrazo. En tu memoria, de un compañero y amigo.