POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Todas las estadísticas coinciden en decir que este verano está siendo el más caluroso desde hace muchos años, aunque parece que estos últimos días está amainando el calor sofocante que hemos padecido. De nuevo el tiempo climatológico es noticia. La verdad es que desde junio, que ya apretaron los calores y salvo un pequeño respiro, las altas temperaturas han sido lo habitual.
Yo recordaba con gente conocida cómo en mi ciudad, quitando cuatro días raros de calor sahariano, las noches requieren una rebeca p una chaqueta de punto fino para poder pasear en las noches de verano. Sin embargo, este año al contrario, tan sólo han sido necesarias esos cuatro días… y las mínimas no han bajado acostumbrado. Pero justo anoche, charlando con unos amigos en el mirador, en pantalón corto y niqui ligero, el más que fresco, frío de la noche, se dejó sentir hasta el punto de agradecer el resguardo.
Cosas de los nuevos veranos, que, como decía el otro, ya nada es igual… y alguien le respondió, tampoco tu eres igual a hace unos años… pues sí, claro. Pero las estadísticas están para algo, aunque nada más sea para comparar.
En algunos sectores económicos se está comentando que este verano se ha notado un ambiente sensiblemente mejor que en años anteriores, que se ha recuperado algo de la flojedad de estos últimos veranos de la crisis. Pues eso parece, y no lo dicen cuatro interesados en ello, sino que es la tónica general que se aprecia y por fin parece que la tan denostada y dañina crisis está remitiendo.
Evidentemente que hay personas y negocios que no lo sienten así, pero hablamos de una generalidad. A ver si es verdad que esto cambia un poco más, porque a mucha gente le vendría bien, también a muchos pequeños negocios, la mayoría de los que conocemos en nuestro entorno, con los que me identifico plenamente, porque yo fui pequeño también.
Otro asunto es el ambiente en las calles. Pues verán, con estos calores, se ha notado mucho y la gente se ha recogido más de lo normal en sus casas o en lugares con temperaturas más agradable. Se ha vivido más por la noche huyendo de los calores. Y así había momentos y horas del medio día que esto parecía un pueblo abandonado… y por la noche, no teníamos prisa. Como en la segunda de las visitas nocturnas, otra noche de gran respuesta, más de trescientas personas nos acompañaron en la ruta cervantina-trinitaria. Otra noche deliciosa.
En una tertulia de terraza de verano comentaba con unas amigas sobre esto, porque me decían lo aburrido que esto se estaba quedando. Vamos a ver, las recordaba yo, cuando teníamos unos años menos, no parábamos aquí. La costumbre era y sigue siendo salir a las numerosas fiestas que durante agosto y hasta mediado septiembre se celebran en la mayoría de los pueblos, no sólo de nuestra comarca, ni aún de la provincia, sino de media España. Entre la Virgen de Agosto y el Cristo de septiembre, todos están de fiestas y nos desplazábamos y se siguen desplazando a disfrutarlas. Pues así es.
Incluso hacíamos rutas, y así, en dos seiscientos nos movíamos una buena panda de amigos de pueblo en pueblo… ¡qué rollo! Pero eso lo decimos ahora. Fue el año de Ataquines, y permítanme que haga una confidencia a letra alta y clara, cuando me pilló un toro que interrumpió la ruta, porque de los toros al hospital a Valladolid, y la panda se quedó tirada, porque pensábamos desde esa capea de Ataquines seguir a los encierros de Cuéllar… era el itinerario y eran otros momentos, de nuestra vida, la de los años jóvenes, que ahora hay que ver los toros desde la barrera, y salir menos porque no se puede beber si se conduce y esas cosas… bueno, que nos quedamos sin gasolina…
Así, hablando del calor y de las fiestas del verano, se me ha acabado el espacio de esta columna, de poca sustancia… pues tendrá que ser así, otro día tendremos algún tema que nos lleve a nuestra historia y les pueda contar más cosas. Así será.