POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)

No hace mucho tiempo que se publicó una noticia, que había sido aprobada por la Junta de Castilla y León una partida para la consolidación y restauración de la iglesia de los jesuitas, es decir, la iglesia de San Nicolás el Real en Arévalo.

Un nombre cambiante, porque a lo largo de su existencia histórica desde su construcción a finales del siglo XVI, como muestra su preciosa portada, los diferentes acontecimientos han hecho variar su dedicación.

Si nació como iglesia del Colegio de Santiago de la Compañía de Jesús, y fue objeto de dos grandes reformas en 1735, cuando era colegio, para convertirla en una típica iglesia jesuítica. Tras la expulsión de los jesuitas, pasó a denominarse San Nicolás el Real, con otra reforma para convertirla en parroquia el año 1771.

Así las cosas, cuando hablamos de la iglesia de los jesuitas, al mismo tiempo nos estamos refiriendo a San Nicolás, el de Bari, la antigua denominación de aquella parroquia que estaba cerca del castillo, o el Real por ser una concesión de la corona tras la desaparición del colegio, en tiempos de Carlos III.

Ese es el motivo de algunas equivocaciones y confusión en su denominación. En ella fueron veneradas desde su llegada a Arévalo las reliquias del patrón San Victorino hasta su cierre. Después, cuando dejo de ser templo, fue almacén de granos. Yo la recuerdo como escenario cinematográfico en una serie televisiva que titularon «Cuentos y leyendas», dirigida por Alfonso Ungría, el pariente de nuestro amigo Ricardo, mi compañero de las visitas nocturnas. Y poco después comenzó su hundimiento hacia 1980.

Un hermoso templo, que era el mejor estilo barroco de nuestra ciudad, como se manifestaba en sus decoradas bóvedas que conocemos por fotografías antiguas, y su cúpula en el crucero que aún está ahí, erguida y desafiante a la gravedad. Como dicen los historiadores de arte, una decoración barroca al estilo de Pedro Mato.

Este templo en ruinas que será integrado en el gran proyecto de la Fundación Adrastus, el Museo Colección Lumbreras Adrastus Arévalo, MUCLAA, que pretende ser un referente del arte contemporáneo del siglo XXI, y que ya se está trabajando sobre los restos del colegio de los Jesuitas, su iglesia y otros inmuebles colindantes, para conseguir una importante superficie.

Precisamente, como continuación a esa noticia, que nos indica que el gran proyecto sigue su curso previsto, se han adjudicado las obras de la iglesia a la empresa Trycsa, la consolidación de todo el edificio y la restauración de su cabecera con la preciosa cúpula barroca.

Esta es la aportación de los organismos regionales de cultura y patrimonio en favor de este proyecto que sigue caminando, sin prisas, pero sin pausa, que se están cumpliendo los plazos poco más o menos según lo previsto.

La fase de excavaciones arqueológica en solar tan grande era una fase imprescindible, de difícil valoración en cuanto al tiempo de su ejecución pero de mucho interés histórico, que ha desvelado datos como la planta claustral del colegio y otras dependencias ya desaparecidas, y las calles medievales anteriores a su creación.

Algún día conoceremos los resultados de tanta información arqueológica, si alguno de los hallazgos tiene entidad para conservarse e integrarse en las nuevas construcciones. Pero de cualquier forma, conoceremos mucho más esta zona de la ciudad que está en pleno corazón del casco histórico, junto a San Martín, la Plaza de la Villa y el mirador, que por su tamaño también roza los barrancos del río Adaja, al saliente de la ciudad, sobre la muralla desaparecida en este tramo, que es como un balcón al naciente, a los campos de Castilla en esa loma fronteriza con la provincia de Segovia, que mira a los verdes de la ribera. La unión de patrimonio y naturaleza.

Ya han comenzado las obras, patrimonio histórico y de futuro, un gran hermanamiento que pronto puede ser un referente.