POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO. (ÁVILA)
Hemos comenzado el año con fríos de invierno, esos que antes no hemos tenido y, qué curioso, el anticiclón de las Azores que en invierno nos trae fríos, algunas nieblas y buenas heladas, en estas fechas ha hecho de barrera que desvió el frío polar que ha amenazado a casi toda Europa, y así, en lugar de tener 20º bajo cero como en Grecia, Italia o los Balcanes, nos henos conformado con -5º ó -6º “solamente”… pero son cosas del calendario y siempre decimos que es mejor que lo haga en su tiempo y no fuera de él.
Pero yo hoy no quería tratar de esto, aunque no me falte una miaja de sentimientos de hombre del tiempo, porque siempre está de actualidad, al menos así lo dicen los medidores de audiencias, que es de lo más visto en TV. Y si no, cómo se pueden localizar los pronósticos en el por menor si no hay crónicas que lo localicen…
Hoy quiero tener un recuerdo especial para un hombre que hace unos días ha cumplido cien años. Estoy seguro que leerá estas líneas… y con ellas quiero enviarle una cariñosa felicitación. Y es que es algo muy especial para mí, y les pido disculpas por tratar hoy un tema bastante personal. Nuestro personaje de hoy es un médico muy querido por todos, pero yo tengo con él como protagonista una historia muy bella que a mí me gusta reordar, y hoy es buen día para ello.
Un médico de los de antes, “médico de cabecera”, que ahora los llaman de familia.
De los que además de su consulta de “igualas”, cuando la seguridad social no era obligatoria y la gente se “igualaba” con algún médico de forma particular. De los que antes de su consulta, durante y después visitaban a sus enfermos de casa en casa… su presencia era parte del tratamiento y el principio muchas veces de saldar la enfermedad, era esa cercanía algo muy especial.
Don Manolo Partearroyo es hijo de otro doctor arevalense querido por todos los que le conocimos, Don Lorenzo, una dinastía de médicos que durante el siglo XX han estado en la primera línea de nuestra ciudad. Don Lorenzo era nuestro médico familiar, pero su hijo heredó toda su “clientela” o la compartieron. Don Lorenzo, fue un médico contratado por el Ayuntamiento para los más necesitados, y además de otras muchas facetas de su vida, fue también el Fiel o presidente de la Cofradía de Las Angustias y aún recuerdo su despedida de la Virgen, desde un balcón de su casa palaciega al paso de la procesión, cuando ya estaba postrado y poco antes de morir. Era famosa su receta: “Vitamina Jota, vitamina jota… coño, puñeta!!!” esa vitamina era el jamón, pero no estaba en las recetas… ni entonces al alcance de todos.
Pero dejemos la enorme figura del padre, que hoy quiero hablar del hijo. D. Manolo era un joven doctor que en Arévalo tuvo uno de los primeros coches, ahora no recuerdo el modelo, pero era característico y conocidos por todos, tampoco había tantos. Y así, cuando estaba el coche en una calle enseguida se decían los vecinos ¿quién está malo?
Porque este es el coche de D. Manolo… y un día ese vehículo estaba en la calle en que yo nací, la calle Teniente García Fanjul, antes y ahora llamada “Calle de Figones” y una vecina muy célebre, al ver aquel coche aparcado allí, en medio de la calle, porque entonces no había tráfico, preguntó y le dijeron: “La Sole, que ha tenido un chico”… y con una respuesta rápida y con su célebre tonillo dijo: “Pero cóño, si le he visto cuando venía de la tienda, me ha dicho que venía muy pesada y yo no la vi. que estuviera para parir…! Sí señora Emilia, ha cerrado a las dos, ha venido a casa y a poco más de las tres ya estaba yo dando guerra… Siempre dijeron que la guerra la he dado después.
Es decir, cómo no voy a celebrar la longevidad del médico que me cogió, que siempre hemos mantenido muy buena relación, sobre todo el bastantes últimos años que frecuentó más Arévalo, que me lee y me anima a seguir las cosas de nuestra ciudad.
Pues eso, mi recuerdo muy afectuoso felicitación al médico que “me nació” en casa, como era entonces. Un abrazo amigo doctor, tan amante de Arévalo él!!!