POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO /ÁVILA/

El pasado fin de semana hemos podido asistir al pregón de la Semana Santa de Arévalo, que es como el comienzo de los actos que se han de celebrar estos próximos días de Semana Santa. No es que con el pregón comience todo, porque ya antes un grupo de cofrades se afanaban en el traslado de algunos pasos desde la iglesia de San Miguel, donde pasan el invierno, a la de El Salvador, lugar donde se concentra la imaginería pasional arevalense y de donde salen la mayoría de las procesiones, poniendo a punto y al día todo el tema, y la organización de nuestra Semana de Pasión.

Verán amigos lectores, en los vaivenes del tiempo, de los que históricamente nos ha llegado noticia y modernamente a los que hemos asistido, se ha podido apreciar momentos de auge, esplendor y participación, a los que siguen otros de mayor tranquilidad, incluso llegando a la monotonía…

En uno de esos momentos, ya hace años, yo aproveché para visitar y conocer unas cuantas ciudades en los momentos de la Semana Santa, en todo su esplendor, con sus particularidades y características. Luego llegó la recuperación arevalense y bastante gente nos afanamos en ella consiguiendo recuperar una muy digna semana de Pasión.

Volviendo al tema, el precioso pregón de Mª Rosario Sáez Yuguero, ha sido más que una lección magistral, un emotivo y competo recorrido por nuestra Semana Santa. La Rectora de la Universidad Católica Santa Teresa, de Ávila, pronunció un pregón lleno de pensamientos emocionados, de citas bíblicas o de grandes autores, que nos introdujo en el verdadero sentido de los acontecimientos que conmemoramos.

Nos ofreció un discurso que ayudó a introducirnos en las pasiones personales, en las cruces de cada uno. Nos invitó a defender las raíces cristianas que se materializan es los actos penitenciales y procesionales que celebramos durante estos días.

Fue repasando una a una las escenas representadas en nuestros pasos, en la imaginería que procesionamos durante esas manifestaciones externas de nuestra religiosidad, en las imágenes históricas y en las modernas, en esas manifestaciones populares y participativas con centenares de personas, arevalenses y muchos visitantes, pero también en aquellas manifestaciones más intimistas y devocionales, aquellas que no tienen espectadores, solo participantes interiorizando y recordando los momentos de la Pasión que se recuerda.

Esos recorridos arevalense con sus pasos por las calles empedradas, por las calles estrechas o por las amplias abarrotadas de público, que culminan el domingo de Resurrección con la procesión del encuentro, día de alboroto y alegría. Hizo especial énfasis en algunos actos como el Vía Matris de la Plaza de la Villa, el Vía Crucis de la mañana por el castillo, y tantos momentos personalizados en nuestra ciudad.

También recordó con mucha emotividad su niñez y juventud arevalense, aquí venía con su madre los martes de mercado, aquí estudió el bachillerato, antes de iniciar su brillante carrera de medicina, ¡y qué brillante trayectoria!, y también su vida de entrega. Aún recuerdo su reencuentro cuando fue nombrada Rectora en Ávila.

También recuerdo con mucho afecto la llamada pidiéndola su colaboración con la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Arévalo, llamada a la que pronto respondió con generosidad y con la satisfacción de todos, porque en Arévalo a Mª Rosario se la conoce y se la quiere, como se pone de manifiesto en sus numerosas visitas, como ocurrió hace unos años cuando pronunció el pregón de las Ferias y Fiestas de San Victorino, en una plaza del Real abarrotada de gentes festivas, con la calidez y rotundidad de su voz docta y cariñosa. Y como ahora en el preludio de esta Semana Santa.

Al final el broche musical de la polifonía de la Coral La Moraña de Arévalo, un pequeño concierto, pero muy intenso, de una música sacra rotunda que llenó de sonidos y emociones el templo parroquial de Santo Domingo…