POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
Que el casco histórico y nuestra ciudad monumental es un gran escenario, es una realidad que no tiene dudas, plasmada en la cantidad de ocasiones en que ha servido como escenario en el rodaje de películas o de series televisivas. Recordaremos, entre otras aquellos rodajes de la Plaza de la Villa con muchos arevalenses figurantes ataviados con los trajes respectivos a la época representada, Dulcinea, Pedro I, o Cuentos y Leyendas son algunas de ellas.
Escenarios que llegaron en otro caso paradigmático para hacer llover copiosamente durante las diferentes escenas, en un verano caluroso y seco, aquella película del director francés Jules Dassin con la mítica actriz griega Melina Merkoúri, la espléndida Romy Schneider, y con el galán español Julián Mateos, en aquella enrevesada historia de amor pasada por agua… pero fueron unos días que animaron aquel verano de 1966. Rodaje que quizás nos hizo descubrir un Arévalo nocturno muy atractivo, quizás un preludio de aquella iluminación monumental que llegaría unos años después.
Pero hoy amigos míos quería hablar de teatro, en su faceta más popular, el teatro sacado a nuestras calles, una forma muy positiva de hacer entrar en la magia teatral a muchos como espectadores, y mejor aún, a otros como actores participando en él.
Tenemos muestras recientes de esta modalidad tan popular en que el teatro sale de sus edificios determinados que son como templos de la representación. Aquí tenemos nuestro teatro nuevo pero ya con solera, viejo pero renovado, de nombre tan sonoro y tan nuestro: el Teatro Castilla, que ya es un lugar de referencia en sus cuarenta años de vida. Por él y su gran escenario han pasado grandes compañías profesionales, y también los mejores grupos de aficionados en aquellos certámenes de grato recuerdo.
Es como el heredero de aquel “Corral de Comedias” que estuvo en el hospital de Santa Catalina, propiciado por el Concejo y que fue la meta de las antiguas compañías itinerantes desde antes del s. XVII. El teatro de La Esperanza, o el cine Teatro Cervantes, o la gran tradición del teatro de los Salesianos que tantas y tan buenas obras acogió… el mundo mágico del teatro siempre presente en nuestra historia.
El teatro en la calle también ha tenido grandes momentos, como aquellas obras representadas en la Plaza de la Villa en los “Estivales” veraniegos, o las obras sobre Isabel en el centenario de su muerte. O recientemente la obra sobre Cervantes. O aquel grupo de Valladolid que montó unas escenas muy arevalenses, obras cortas con personajes conocidos de nuestra historia y que animó nuestras calles y plazas durante aquella eclosión cultural que rodeó a Las Edades del Hombre de Arévalo 2013.
También recientemente tenemos las recreaciones teatralizadas de nuestra historia más isabelina en las jornadas medievales. Guión y puesta en escena de los amigos de la asociación “La Queda”. Con los “momos” hemos recuperado una historia muy nuestra y muy deliciosa de recordar y representar, además de esos desfiles historicistas resultones y espectaculares.
Hoy otro acontecimiento teatral me ha inspirado esta columna, el teatro sacado a la calle por los profesores y alumnos del Instituto de Enseñanza Secundaria Adaja, tutelados por sus profesores Adriano y Diego, que ya se ha dado como noticia, en el que con un atractivo guión adaptado de Don Juan Tenorio, que pone en la escena a nuestro escritor y autor teatral Eulogio Florentino Sanz, ha integrando textos de Víctor Hugo, Bécquer o Benito Pérez Galdós, junto a otros aditamentos como música y danza, muy aplaudido al final.
Un buen grupo de unos 150 alumnos participaron como actores y espectadores en esta mañana teatral paseando el Arévalo más vistoso como escenario y tramoya. Seguro que estos jóvenes pueden haber descubierto otra faceta, otra actividad, y quién sabe si alguno de ellos podrá destacar como autor o intérprete algún día. Ahí tenemos el ejemplo de Luciano Muriel, nuestro joven autor arevalense que ya cosecha éxitos.