POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
Quiero en primer lugar pedir disculpas por mi falta a la cita del pasado miércoles, pero es que, a veces, se juntan tantas cosas al mismo tiempo por hacer que es difícil acudir puntualmente a las citas, compromisos e invitaciones.
Tal fue así, que después de la presentación del libro de la “Virgen de las Angustias”, he sido invitado a presentarlo en los Salesianos, mi colegio de la infancia. Al colegio “Amor de Dios”, el de mi época de párvulo, y casi a continuación la cita en el Episcopio abulense por la invitación de la Concejal de Cultura Sonsoles Sánchez Reyes, que me presentó de forma muy amable, cariñosa y con conocimiento de la obra de que se trataba.
Al decir verdad, no fue tan multitudinario cono la presentación de Arévalo, pero eso sí, me arroparon grandes amigos y compañeros del mundo de la historia, y me sentí extraordinariamente bien en ese magnífico foro de la capital de mi provincia. Y tal fue mi ensimismamiento que llegó el momento de entregar la columna semanal en este nuestro querido Diario de Ávila, que ni me enteré de la fecha… les dije, disculparme, porque me he quedado en blanco… ¡a colores! diría yo, por los acontecimientos que me han rodeado estos días, y naturalmente emocionado, cómo no.
Y enseguida se han precipitado los acontecimientos, como manda el calendario, y han llegado las Ferias y Fiestas de mi ciudad, con todo lo que eso conlleva en el quehacer diario. Unos actos en los que me gusta estar, otros festejos que requieren mi cámara para mis colaboraciones con el Diario, y así la densidad y apretado programa me tiene absorbido.
Pero, cómo no voy a reseñar en estas líneas el más aplaudido y escuchado de los numerosos pregones que durante años han abierto nuestras fiestas. Una magnífica alocución de un personaje muy popular y querido en Arévalo, el salesiano Manuel Pinto, que llegado desde “los madriles”, su nueva residencia después de bastantes años de convivencia con todas las gentes de Arévalo y de la comarca.
Qué vibrante alocución, que acertado discurso que consiguió levantar unánimemente a los ciudadanos, muchos de ellos jóvenes, el entusiasmo, el respeto al orador y el corear sus consignas festivas y devocionales hacia el santo patrón, San Victorino.
Pocas veces, yo diría que nunca antes, el pregonero ha conseguido meterse en el bolsillo a centenares, más certeramente millares de gentes un día en que es muy difícil acaparar la atención. Manuel Pinto, Arévalo te quiere y te recuerda con todo el cariño del mundo.
Luego todo eso que rodea las fiestas, la comparsa de gigantes y cabezudos con la dulzaina que, como siempre y es tradición recorre nuestras calles el sábado de Ferias para regocijo de niños, chicos y grandes, rito ancestral de nuestras tradiciones festivas.
Comenzamos con mucho frío que ha ido templando, aquí no hay término medio, y hoy ya hace calor de nuevo… y así, en esas, llegaron los primeros festejos taurinos. Una corrida mixta mucho más que entretenida, buena, de las que se sale con el agrado de haber estado esa tarde de espectador en nuestra flamante, cómoda y preciosa plaza de toros.
La rejoneadora francesa, muy maja y con ganas. Los maestros toreros mejor que bien en su conjunto y un nuevo indulto a un toro, que fue bueno, pero quizás le faltaba algún detalle para completar ese gran trofeo del indulto. Pero ya ven, no hay dos sin tres, parecería que a nuestro público le encanta el poder decidir.
El domingo el concurso de cortes, una fase del certamen de Castilla y León, de gran prestigio y muy bien acogido por el público, que le gusta esta modalidad y agradece la buena organización. Ganador Guti, un joven arevalense que empieza a despuntar en el mundo de los cortes y creo que le espera un gran futuro, con el otro cortador de Arévalo, Zorrillo, y otros grandes, llenaron de emoción la tarde. Y por las noches, mucha música… verbenas que hacen salir al personal, a pesar del frío inicial!!! Buenas fiestas y sin percances.