POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Estábamos reponiéndonos de los finales de las Ferias y Fiestas de San Victorino cuando se comenzó a recordar el veinte aniversario de un asesinato que revolucionó la España de finales de los años noventa.
Fueron aquello unos días tensos e intensos que mezclaron los sentimientos de fiestas con la indignación general y la impotencia. Los largos momentos de esos días se tornaron en una impotencia que se transformó en indignación generalizada. Nunca antes el pueblo había reaccionado de este modo.
Y así fue como, en la tensión y desinterés de los últimos festejos, porque en Arévalo estábamos en fiestas, fueron deslucidos, la gente no tenía cuerpo para fiestas, y sin embargo estaban programadas y continuaron. De ese modo, cuando se convocó la manifestación de repulsa, se hizo coincidir, por el día, con el desfile de carrozas, que era y sigue siendo uno de los festejos más multitudinarios.
Y se organizó con tristeza por la larga y tensa espera… ese mismo día se anunció el asesinato!!! Según iban desfilando las carrozas y comparsas previstas, el público se fue incorporando a esa gran manifestación, al principio una cola del desfile y después una masa muy superior, para llegar a la Plaza del Arrabal una multitudinaria de millares de personas, en el silencio más impresionante que jamás se pudo dar en la multitud…
Arévalo entero, muchos pueblos de la comarca y gentes venidas desde muy lejos a las fiestas formaron aquella enorme masa humana, todos al unísono, en solidaridad con lo que acababa de suceder, en unión con toda España en un día imborrable para casi todos… Al final un comunicado escalofriante y un vacío que llenaba todo, sólo esa unidad del pueblo surgida de la desgracia.
Hoy, veinte años después, muchos, la mayoría lo recordamos como un punto de inflexión en la lucha contra el terrorismo. Pero no se ha dado la unanimidad… seguimos sin unirnos en contra de todo lo que va en contra de esta nación.
Pero de todo esto se ha escrito, y mucho, estos últimos días… a mí, en este recuerdo me vienen a la mente otras concentraciones multitudinarias que se han celebrado en esta pequeña ciudad y que han rebasado lo normal. Como aquella de toda la comarca, de los agricultores y toda la ciudad en solidaridad, unos días después de aquella manifestación que fue disuelta de formas nunca conocidas en estas latitudes por un gobernador al que se le hizo grande el cargo…
Hay unas fotos impresionantes tomadas desde un piso alto de un río interminable de gentes, desde antes de la Plaza de El Salvador, hasta llegar a la embocadura de la Plaza del Arrabal.
Hay otras manifestaciones grandes, indudablemente, pero hoy he querido recordar estas dos, por su alto significado en una causa general de España contra el terrorismo, y por su significado de unidad comarcal en una causa justa en la que todos, como una piña nos unimos en defensa de los intereses de la comarca y de la ciudad, recordando esa unidad histórica que desde tiempo inmemorial caracterizó a nuestras gentes, unidas en defensa de lo propio.
Hoy el campo ha cambiado mucho, aunque los problemas continúen, y la ciudad sea más industrial. Una evolución positiva en su conjunto, aunque sigamos siendo básicamente una comarca agrícola-ganadera.
Hoy mismo, mientras concluyo estas líneas, están cosechando las tierras que veo desde mi ventana a la vera del río Adaja y es lamentable la escasa cosecha que están recogiendo… un año de ambrunas, como dirían los de antes.
Un desastre económico como hoy mismo, en la sala de la Casa del Concejo han puesto de manifiesto responsables sindicales agrarios en un coloquio-rueda de prensa que evidencia el momento tan delicado de nuestro agro, que se podría decir, dejado de la mano de todos.
Luego nos extrañamos del abandono del mundo rural… Señores esto es lo que hay, cuando se abandona el campo, todo son problemas y empobrecimiento… y también los incendios, como una consecuencia de ese abandono.