POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Tengo que reconocer que, no por esperado, ha dejado de sorprendernos el vertiginoso desenlace de la enfermedad traidora que se ha llevado a Don Alejandro, y que en sus últimos días ha sido más traidora que nunca.
También reconozco que estas líneas de recuerdo a un amigo serán de las más difíciles que me ha resultado escribir en estas “torres mudéjares”, vigías de mi ciudad, como las torres mudéjares de las iglesias de Arévalo que has dirigido en los últimos 18 años.
Y tengo que insistir, una vez más, que no me gustan estos temas, que nunca pretendí que mis columnas fueran necrológicas. Pero también hoy debo decir que pocas veces la mente me pide tener unas líneas de recuerdo hacia un gran hombre, que fue nuestro párroco y también amigo.
Y es que, como soy un hombre de parroquia, he tenido hacia Alejandro el afecto fraterno a un buen pastor de esta parroquia de Arévalo, un sacerdote de profundas convicciones, incansable trabajo y decidida labor hacia todos sus parroquianos, lo fueran de más o menos convicción… o de ninguna.
Por mi cercanía en actividades de colaboración, pronto surgió la amistad y el respeto por un cumplidor exquisito de su labor pastoral parroquial en sus más diversos aspectos… Mi colaboración como secretario del “Consejo de Fábrica” de la parroquia, o lo que es lo mismo, la comisión consultiva del patrimonio histórico artístico parroquial, una actividad que comenzó con Don José Tomé ya hace años, y que continuó con Benjamín López de Juan y ha continuado con Don Alejandro Cabrero.
Un grupo de amigos de la historia y el arte que nos pusimos a disposición por considerar que esta parroquia de Arévalo, al tener entre sus bienes un rico patrimonio histórico, necesitaba un cuidado especial. Fue un acierto su creación, su continuidad y el impulso importante que Alejandro ha sabido darla. Una gestión patrimonial que no es fácil, pero que ofrecía un trabajo ilusionante. Una gestión del patrimonio que ha conocido hitos importantes, con exposiciones, restauraciones y mejoras en El Salvador, el futuro Museo de Arte Sacro que tanta dedicación ha recibido, además del compromiso riguroso de revertir al patrimonio histórico artístico los ingresos por turismo, como así ha sido.
Como abad de la Archicofradía de Nuestra Señora de las Angustias, también hemos estado muy cerca de él, en este caso como padre espiritual de esta cofradía de nuestra Patrona que ha guiado con sabiduría y aciertos, destacando su apoyo a la aprobación de las nuevas Constituciones o estatutos que han abierto la cofradía al pueblo creyente arevalense, convirtiéndola en popular de patronazgo.
En calidad de Cronista Oficial he colaborado también con la revista “Casa Abierta” que edita el arciprestazgo, en temas históricos o del arte de nuestros templos, y siempre que él me lo pedía. Cuanta ayuda y colaboración me diste para mi libro de la Virgen, cuantos ánimos hasta que se ha hecho una realidad, y tu saludo tan emotivo y cariñoso. Gracias.
Un secretario, este humilde cronista, que nunca estuvo a la altura de su párroco, pero que siempre intenté recibir con agrado y solicitud las indicaciones y a veces la reprimenda que él sabía hacer más suave y razonada, y que acaté con la máxima humildad, pues bien sabía que aquellas amonestaciones eran del todo justas… o el freno y orientación constructiva para mis impulsos de carácter…
¡Que buen maestro de la vida! ¡Que buen director espiritual de nuestra parroquia!
Tuve la dicha y el consuelo de poderme despedir de él, de mi párroco y de mi amigo, poco antes de dejarnos, cuando esa traidora enfermedad ya estaba acabando con su persona. El Señor nos ha privado de él, ¡designios del Señor! pero muy difíciles.
Alejandro Cabrero, todo Arévalo, tu parroquia y este cronista amigo, entre otros muchos amigos más que aquí dejas, te echaremos mucho de menos!!! Seguro que nos seguirás guiando desde allá arriba y así será. Amigo, descansa en paz…