POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)

Podríamos decir que ha sido el mejor regalo para todos el que nos han traído los Reyes Magos, el abundante agua que paso a ser nieve, y nos acompañó con insistencia hasta convertir nuestro paisaje en una postal de esos paisajes a lo nórdico, de una blancura exultante que nos borra los colores y nos llena el ambiente de una bruma luminosa y mágica… y esto después de más de un día largo de insistente y constante lluvia que alternó momentos de mayor y menor intensidad, pero que fue calando.

La cabalgata de los reyes Magos en mi pequeña ciudad es un acontecimiento de larga tradición que atrae mucho a chicos y a grandes, ellos por sus emociones que nos contagias y que manifiestan con ojos abiertos como patos… y nosotros, porque en el fondo revivimos nuestra infancia y gozamos viéndolos a ellos con tanta ilusión.

La fuerte lluvia no impidió que salieran, pudieron las emociones a lo racional. Y fue muy agradecido por la gente menuda que, al enterarse que los Reyes por fin llegaban, se echaron a la calle por momentos… no querían perderse ese momento mágico. Una cabalgata veloz pero los Reyes manifestaron a este cronista que no podían perderse la visita a los niños de Arévalo y de la comarca.

Y muy bonita la escena en la Plaza del Real donde después de ser recibidos por el alcalde, sus majestades los Reyes Magos de Oriente hicieron una parada ante el Belén viviente que la asociación “La Queda” habían instalado en el propio templete de la música. Ni la abundante lluvia de ese momento impidió esta escena maravillosamente candorosa.

Los niños luego pasaron ante sus majestades en el patio cubierto de las Casas Consistoriales donde fueron obsequiados como preludio a los juguetes que después les serían depositados en sus casas… y siguió lloviendo.

Los comentarios más frecuentes fueron que el mayor y mejor regalo de los Reyes Magos era esa agua abundante que la naturaleza nos regaló, y es que en esta comarca agraria por naturaleza eso del agua todos lo tenemos metido en nuestra mente solidaria, y porque también los urbanitas tenemos grandes necesidades del líquido elemento y temblamos cuando salta la alarma porque bajan las reservas, como estaba ocurriendo este año, después de meses y meses sin caer apenas unas gotas… Durante la mañana del día de Reyes la lluvia se tornó en nieve fina que por momentos fue cogiendo cuerpo hasta convertirse en nieve en condiciones.

Por tanta humedad la nieve tardó mucho en cuajar y si ha sido bien entrada la madrugada, sobre las 2 de la madrugada cuando el blanco manto cubría ya todo.

Hacía mucho que no veíamos aquí en el llano una nevada tan copiosa y persistente. Porque nuestra altura, los 826 metros sobre el nivel del mar, es el límite la mayoría de las veces cuando anuncias las nevadas, pero en la realidad deberá ser algo más, porque casi siempre nos deja con las ganas o nos regala un manto imperceptible que apenas tiende a blanquear efímeramente nuestros tejados.

Pero en esta ocasión no ha sido así, porque durante toda la noche fue aumentando ese manto blanco hasta conseguir un grosor poco usual por estas latitudes, de forma que se repitió el caso de que las carreteras intransitables dejaron mucha gente incomunicada.

Como en otras ocasiones, la solidaridad de la gente ha surgido de forma natural, los voluntarios de Protección Civil, la Cruz Roja y más gente anónima, que atendieron a muchas parejas con niños que quedaron atrapados en la ciudad.

Cayendo la noche, se habilitó el Teatro Castilla, que acogió a unas 130 personas, como ocurrió una nochevieja hace unos años…

Un episodio que hace algunos años ya vivimos, porque, aunque nuestra ciudad está en el llano y sin puertos, las carreteras con la nieve se ponen imposibles y hacen una parada ante el peligro de quedarse aislados en medio del temporal.

Así las cosas, durante la tarde-noche del sábado fueron ocupando hoteles y buscando otros locales al llenase éstos. Toda una aventura que aún sigue…