POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (AVILA)
Comenzando el año encontramos algunas fiestas tradicionales que son muy comunes y celebradas en nuestros pueblos, entre ellas podríamos decir San Sebastián, Santa Águeda, San Blas o la Virgen de las Candelas… pero también hay otras advocaciones menos comunes, que son como más exóticas por venidas de lejos.
Así nos encontramos que el pasado día 22 se celebró al conocido más popularmente como “San Cuervo”, o lo que es lo mismo, San Vicente Mártir, que a veces se confunde con el otro San Vicente, el valenciano Ferrer…
Aunque el patrón valenciano es este popular “San Cuervo”, porque tiene a esta ave como atributo posado en su mano y sobre un libro, cosas de la iconografía que define e identifica en las representaciones de santos, y que en este caso representa el ave que custodió sus restos para que no fueran pasto de las alimañas.
También aparece en el santoral como Vicente de Huesca, aunque su nombre más habitual es San Vicente Mártir. Nació en Huesca, fue enviado a estudiar a Zaragoza y pronto fue nombrado diácono de San Valero, el obispo de Cesaraugusta. Fue martirizado en Valencia el año 304, época del emperador romano Diocleciano y por eso es su patrón, ciudad en la que hay notables restos de aquel episodio histórico.
¿Y cómo aparece este santo en este rincón de Castilla? Pues seguramente se
debe a que también es el abogado y patrón de los viticultores, como en otras partes de Europa: Francia, Bélgica, Alemania, Suiza y también España.
Y nuestro pueblo comarcano tiene el rotundo y evidente nombre de Vinaderos, lo que le confiere incuestionablemente su vínculo con las viñas de estas tierras. No es la primera vez que desde esta columna tratamos el tema del vino, de las vides y aranzadas, o de las bodegas, de una zona que anteriormente era de una destacada producción vinícola.
Origen del nombre de este pequeño y entrañable pueblo comarcano está íntimamente ligado a los “viñaderos”, los que cuidaban las viñas… así como también a los operarios que se dedicaban en su tiempo al laboreo de vendimiar las aranzadas de majuelos que poblaban ampliamente esta comarca.
En los libros del Concejo arevalense, del s. XVI hay unas bellísimas ordenanzas, renovando otras más antiguas, que regularizaban todas estas tareas del cultivo, vendimia y elaboración de aquellos caldos de uva verdeja que tanto prestigio tenían. Y de la comercialización, como diríamos ahora, la entrada o no de otros caldos foráneos, para fomentar la producción propia… y exportar a otras tierras los excedentes.
Tengamos en cuenta el valor del vino en la dieta, en la que era potestativo el jornal y un cuartillo de vino por operario… la gasolina del trabajador!!!
Bueno, mucho preámbulo para contar que el pasado día 20 de marzo la Cora La Moraña de Arévalo nos acercamos a visitar este querido pueblo de nuestra comarca para ofrecer un recital de música polifónica. Una visita que se fraguó en otra fiesta, la de su pueblo vecino Palacios Rubios.
Y es que este Cronista oficial estuvo en aquella ocasión dando una charla ante un nutrido grupo de vecinos, entre los que se encontraban también algunos vecinos y amigos de Vinaderos.
Al día siguiente en esa misma fiesta actuó nuestra coral en su bella iglesia mudéjar, y gustó mucho, y allí nos dijo Asunción Martín su alcaldesa y amiga, tenéis que venir a cantar a nuestro pueblo.
Pues claro que sí, porque uno de los propósitos de esta coral desde su fundación es cantar en todos los pueblos de nuestra comarca, y ya teníamos ganas de visitar un pueblo con tantos amigos… Así fue como se acordó. Para la fiesta de enero, San Vicente, que es nuestro patrón.
Un precioso acto en su recoleta y nueva iglesia que de la vieja solo conserva una airosa espadaña… y sonó muy bien, y los bises… Luego un refrigerio que agradecimos y luego otra invitación de Alberto, otro amigo… y siguieron las canciones y la música en un ambiente entrañable.
Qué amable es nuestra tierra, y que a gusto estuvimos cantando lo mejor de nuestro repertorio. Gracias por invitarnos a ir amigos… nos sentimos acogidos.