POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
Un amigo me ha mandado uno de estos días un impresionante vídeo del nacimiento del río Cuervo, en Cuenca, en el que, un abanico de cascadas, llenan la montaña con una visión fuera de lo común, aún más si pensamos que últimamente no hay precipitaciones tan abundantes como para producir este espectáculo.
O el salto de agua en el “Tajo de Ronda”, impresionante. Y es que las precipitaciones registradas estos días están trayendo imágenes ya casi inéditas…
Podríamos decir que casi empezamos a ver imágenes insólitas en el final del verano, el otoño y gran parte del invierno, ocasionadas por la enorme y preocupante sequía que hizo bajar los niveles de los embalses hasta cotas ya casi olvidadas.
Y así aparecieron viejos pueblos y muros de piedra, la torre de la iglesia emergiendo del nivel de las aguas embarradas…
Todo el agua deseada, y quizás algo más, está cayendo estos últimos días, por aquí van 350 litros en los últimos días, dice Juan Francisco, mi amigo el meteorólogo, que ya está bien. Llueven “chuzos de punta”, bienvenidos.
Todo empezó con la gran nevada de febrero, que en nuestra capital fue más, y aún en las montañas mucho más… Ya entonces pensamos que esa gran reserva de agua antes o después pasaría a nuestros embalses. Luego nevó más, y calló mucho más agua, que parecía mentira.
Pues en este trance me llegaron los días del balneario, en Galicia, y aquí estoy enclaustrado, aguas por fuera, termales y de las otras, y bebidas gallegas de tradición, reconfortantes, las denominadas “bebidas espirituosas” esa “tostada” que tan bien saben hacer y que me gusta, y el buen vino, el Ribeiro o el Mencía… Aguas y frío, mucho frío, hacen que casi ni podamos pasear el tratamiento termal.
Tiempo de compartir tertulias con mis amigos de Cuntis, la villa de los baños, Héitor el historiador y magnífico dibujante con el que siempre tengo sintonía y tema, nuestros libros, nuestra historia, la común y la distinta…; o con los amigos de las aguas, los de Gijón y Madrid que aquí nos juntamos en amistosa convivencia, animadas y buenas tertulias de sobre mesa o 2sobrecena”, mientras llovía y llovía…
Pero a pesar de eso, mis amigos de Vilagarcía de Arousa Mari Luz y Joaquín, me han regalado unas rutas preciosas por el románico rural que tanto me gusta. Una lluvia a veces muy intensa, pero que no ha sido obstáculo para salir, lo que está preparado… se realiza!!! Son unas amistades ya de bastantes años que me esperan en Galicia, me reciben amablemente y me obsequian con unas rutas sorprendentes, monumentos y pequeñas iglesias rurales del románico gallego que, si bien algunas están fuera de toda ruta razonable, de pronto aparecen después de un recodo, de la mano experta de la guía Beatriz, pronta en guiarnos a los sitios más recónditos y atractivos.
En esta ocasión me llevaron a la zona de Chantada, el interior del Miño, que ya viene a ser “Riveira Sacra”, “Cabo Mondo” y el serpenteante río allá abajo, en lo profundo de los cañones que encajan esas aguas que poco después se hermanan al Sil.
Ya saben eso de “El Miño lleva la fama y el Sil el agua…”. Pues estos dos ríos hermanados y unidos entre viñedos que prestan a esos parajes una belleza peculiar, viñas en bancales, esos vinos criados tan artesanalmente que hasta la vendimia tiene ciertas características especiales y distintas a otras zonas. La tarde era tan desapacible, gris y lluviosa como llena de melancolía y belleza natural de un paisaje sin verdes aún.
Pero entre curvas y recodos recónditos, apareció la primera pequeña iglesia de Santiago de Requeixo, con la muy venerada Ntra. Sra. do Faro, y Santa María de Bermún, hasta llegar a un magnífico destino, las pinturas murales de Santa María de Nogueira de Miño, extraordinarias escenas de 1577, que están sobre otras románicas que afloran en algún rincón bajo ellas.
Han sido restauradas y bien valen la pena… Al día siguiente otra visita obligada, al monasterio Cisterciense de Santa María de Armenteira, con su enorme rosetón…