POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
Todavía teníamos relativamente reciente la visita del Diputado de Cultura y Patrimonio de nuestra Diputación Provincial, Eduardo Duque, para ver las excavaciones y estudios realizados en el puente de Valladolid, conocido también como del cementerio, para que los acontecimientos recientes traigan a este puente de nuevo a la primera plana.
En aquella ocasión ya se pusieron de manifiesto varios aspectos de sumo interés, que no por haber esperado tanto tiempo sin su apreciación dejaban de estar ahí. Uno es la importancia de esta magnífica construcción medieval, hay que bajar al cauce del río, bajo él, para advertir sus dimensiones.
Otro aspecto significativo son los daños que tiene en su estructura, si bien en su origen fueron debidos al agua acumulado de una gran tormenta, que reventó sus muros por la parte más débil. El otro daño importante fue la rotura de otra parte de él, en este caso con el desprecio más ignorante a la construcción, cando para construir el nuevo puente junto a él se rompió otra parte de su muro… ¡parece que no había más sitio!.
Luego está otro factor, el tiempo, los años transcurridos sin que este patrimonio arquitectónico de nuestro arte Mudéjar, uno de los tres puentes antiguos que enriquecen nuestra arquitectura civil. Tantos años de absoluto abandono han continuado haciendo mella en sus cansados y descarnados muros.
Entonces se puso de manifiesto la importancia de la construcción medieval, aunque siempre que decimos esto alguien replica. Efectivamente, nuestras construcciones siempre tienes arreglos o “aderezos” como dicen os documentos antiguos, porque en una vida tan larga los daños a reparar fueron constantes, de mayor o menor importancia. Pues en ese caso no se podría hablar con propiedad, aunque yo creo que sí, que mantiene su forma primitiva y los arreglos no se salieron mucho de su fábrica original.
Los arreglos más notables, bajo ese punto de vista, son los refuerzos pétreos de granito de Cardeñosa que vinieron a tapar las pérdidas de materiales junto en el punto y altura en que las aguas del Adaja lamieron el arranque de los muros de los ojos del puente erosionando los ladrillos, como acentuadamente se aprecia actualmente en la importante crecida del río, que una vez llenadas Las Cogotas, da salida a tan importante caudal, que casi todos los ojos dejan paso a importantes corrientes de aguas.
Esos sillares graníticos añadidos en el s. XVI quizás le confirieron otro aspecto llegando a nuestro admirado Rodríguez Almeida a decir que su origen fuera romano. Con los últimos estudios realizados podemos decir que su origen es medieval y mudéjar. También se ha barajado la posibilidad de otro puente anterior en este punto estratégico de las comunicaciones antiguas, aunque esta hipótesis requeriría mas testimonios.
En definitiva, que lo que se apuntó en aquella visita institucional, la necesidad de salvar tan importante patrimonio, hoy los hechos ponen de manifiesto con mayor énfasis esta necesidad patrimonial.
Ya se dio un paso de estudio arqueológico y documental de esta potente y amenazada arquitectura. Tenemos que plantear con total determinación la conveniencia de acelerar los trámites para que decidan la recuperación de este puente, tan magnífico como amenazado, tan buena arquitectura como sufrida contra los avatares del abandono, como otras tantas veces, por la falta de conocimiento que lo valore adecuadamente en su justa medida. Ahora ya lo conocemos más.
Y no como en la casa ruinosa que se está derribando, que nos dicen que no quieren tirar la fachada de la calle de Zapateros, porque es patrimonio… cada día entiendo menos de estas cosas… hay Patrimonio y patrimonio… y también zarandajas y mezquindades que queremos revestir de honores que no le corresponden.
Ni siquiera patrimonio de arquitectura popular, que también existe y se ha derruido o tapado. Señores, de qué estamos hablando… Ya ven, estamos en la Semana de Pasión en lo religioso… y también pasión y dolor en lo patrimonial. Pues eso, dicho queda.