POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
Hace unos días he recibido una llamada de mi maestro y amigo José Luis Gutiérrez Robledo dándome la tristísima noticia de la muerte de nuestro querido maestro y amigo común Gonzalo Borrás Gualis, que me ha llenado de tristeza y de recuerdos de una amistad que surgió ya hace años, con las primeras convocatorias de aquella Lecciones de Arquitectura Española: El Mudéjar, precisamente de la mano de este amigo al que cariñosamente llamamos “El Guti”.
Estaba yo reposando y sudando las aguas termales, como indica la doctora del balneario, cuando una llamada de mi amigo José Luis me dejó triste y pensativo al darme la noticia de este suceso luctuoso: Te voy a dar una triste noticia, me dijo… ha muerto Gonzalo Borrás. Quizás fuera José Luis Gutiérrez el gran amigo castellano de este maestro aragonés que tanto ha aportado al mundo del arte mudéjar, el que tanto se involucró en nuestros “congresos del Mudéjar” como cariñosamente los denominamos. Automáticamente hemos recordado algunos episodios y vivencias comunes con este maestro, unas pinceladas de la riqueza de su vida entregada al arte y la docencia.
Mi admiración por este profesor de la Universidad de Zaragoza ha sido muy grande y sincera, como la correspondencia en mi trato con él, con su esposa Mari Sol, como pude constatar en una visita que realicé a Zaragoza y donde fui recibido con todo el calor del amigo, en una velada extraordinaria con amigos suyos del mundo del arte y la universidad de Zaragoza… y desde allí, con las puertas abiertas me esperaban en Teruel, a su Instituto de Estudios Turolenses del Mudéjar, del que fue creador y recreador, y poco antes había dejado en manos de su gente de confianza. Aquello fue descubrir el mudéjar de Teruel por la puerta grande y de la mano de los mejores expertos en la materia.
Después asistí a uno de aquellos simposios de Teruel que, junto a las lecciones de arquitectura de Arévalo, fueron dos enormes pilares del arte mudéjar español. Entre amigos comunes y con el mismo trato exquisito. Allí coincidí de nuevo con Gonzalo y otros expertos profesores participantes en Teruel y en Arévalo, además de los dos arquitectos que habían restaurado las cuatro torres de Teruel cuando fueron declaradas “Patrimonio de la Humanidad” … Justo un mes después, de nuevo en Teruel, para asistir a un congreso de los Cronistas de España. Repetí con sumo gusto y de nuevo descubrí cosas de aquella pequeña ciudad que, naturalmente que existe, y que es grande en patrimonio y con la que compartimos tantas cosas mudéjares. Y cuál fue mi osadía, mi comunicación fue sobre esto, dos ciudades unidas por el arte mudéjar y sus torres…
La última vez que vi a Gonzalo Borrás, ya hace algunos años, fue en un simposio sobre patrimonio de Castilla y León que organizó la Junta, en la ciudad de León, donde él era no de los profesores participantes. De nuevo me manifestó la amistad en el poco tiempo que tuvimos para recordar… en aquel viaje sufrió un aparatoso accidente que afortunadamente se quedó en el susto…
Qué curioso, comencé mis columnas ya hace años, y la primera con una referencia a la muerte de D. Fernando Chueca Goitia, otro de aquellos personajes, más que enormes, gigantescos, de nuestro arte mudéjar, aquellos que, junto a Gutiérrez Robledo, me enseñaron a amar, sentir, disfrutar y profundizar en estas nuestras raíces de la arquitectura mudéjar, que ha sido como descubrir nuestro origen en la historia del arte.
Y ahora me quedo absorto recordando a esta gente buena con la que me he cruzado en el camino de la vida, esa gente que cuanto más valiosa se ha manifestado más cercana y amable con quienes estábamos dispuestos a caminar junto a ellos… Amigo José Luis Gutiérrez Robledo, por ser tú la persona más cercana a Gonzalo Borrás, quiero darte mi más sentida condolencia, y por favor transmítela a su familia…