POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA).

Pues sí, continúan los estragos de la pandemia “Covid”, que, si bien el pálpito de la vida cotidiana se va normalizando paulatinamente, y las cifras negativas siguen bajando, afortunadamente, un poco por las vacunas que cada vez tienen más ciudadanos, como de los usos y costumbres que aún con excepciones, se han establecido en la sociedad, y todo eso está suavizando el panorama, aunque de ninguna manera hay que bajar la guardia, las precauciones y reparos.

Nuestras referencias, relativo a las fiestas que celebramos son normalmente el espejo de otros sitios y otras ciudades, en ver como reaccionan ante estas situaciones, y así seguir unas pautas normalizadas. 

Verán, se ha anunciado una serie de actos que serán como el modelo de las Ferias y fiestas de San Victorino, y otros actos veraniegos, que están ahí, a la vuelta de la esquina. Actos que se celebrarán con las medidas oportunas; otros que no sabemos muy bien cómo se podrán controlar los aforos; otros como los taurinos, reducidos al máximo, que menos es nada. Cando se suspenden os encierros de Pamplona, que son en las mismas fechas, no en valde nuestro San Victorino fue contemporáneo de su San Fermín, acaso compañeros de credo y de martirio…y por tanto su celebración es el mismo día, cada cual a su estilo y con sus peculiaridades, en ciudad importante, la Pamplona del reino de Navarra y el Arévalo castellano y ciudad pequeña. Si los “Sanfermines” estornudan, los “Sanvictorinos” se acatarran… En cuanto al toreo serio, ya tenemos anunciados tres festejos de gran nivel, con figuras como Fortes, Finito de Córdoba, Morante y Pablo Hermoso, entre otros, además del concurso de cortes y las capeas. Serán los primeros festejos taurinos tras este largo paréntesis de la pandemia. 

Pero, de toda la vida, las Ferias y Fiestas estaban rodeadas de dos clásicas y tradicionales romerías. Cuando las Ferias eran en junio, una antes, como preludio de la fiesta, y una después, como postre. Cuando se pasaron a julio, pues las dos antes de la fiesta…unas tradiciones marianas que festejan a dos advocaciones muy populares, la Virgen de La Lugareja y la Virgen del Camino, que aquí cariñosamente y en plan familiar la conocemos como “La Caminanta”, con su romería a la salida del Puente de Medina, en torno a su ermita pequeña y bella construida en 1530. 

La Lugareja, en su imponente ermita que fue templo cisterciense, el mudéjar puro, que dejó de celebrarse el año 2004, una gran pérdida de nuestras creencias y tradiciones.

Pero, volviendo a La Caminanta, el año pasado sólo se celebraron las eucaristías, en día de la fiesta y la de difuntos cofrades, para traer la imagen en un vehículo a la parroquia de Santo Domingo, eso sí, con la exposición de la imagen a la veneración cofrade y popular durante toda la semana en el templo parroquial. Este año, aunque está mejorando el panorama, las normas de precaución de la pandemia no permiten procesiones ni concentraciones, que en esos casos son inevitables, se ha celebrado de la misma manera, y se ha repetido el sistema, ante la pena de todos y la resignación de muchos. Pero nos faltó todo lo que rodeaba esta antigua y arraigada tradición, los traslados procesionales con la gaitilla y el tamboril, esa música tan nuestra, y los dulces sones de “la Procesión”, el virtuosismo lleno de símbolos de nuestras raíces musicales, pura tradición… Y la misa de difuntos, la misa campestre con jotas en la era, también en la parroquia, el recuerdo a los que nos precedieron. Qué bien luce esta querida imagen, tan adornada de flores y con vestido nuevo, en las gradas del presbiterio. 

Muchas cosas se ha llevado la pandemia, las más dolorosas, las vidas de tantos seres queridos, pero también muchas costumbres y cosas nuestras, que tendremos que hacer un esfuerzo en no perder, en una especie de resistencia contra la uniformidad, a perder muestras raíces, nuestros quereres y quehaceres… ¡Viva La Caminanta!

FUENTE: EL CRONISTA