POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Hace mucho tiempo que quería ir a Villanueva del Aceral. Bueno, he ido muchas veces, de vez en cuando, y una de ellas hace algún tiempo con motivo de la misa y procesión de Santa Teresa, que tiene unas connotaciones muy especiales y curiosas con nuestra Santa. Y tengo allí grandes amigos. Pero la asignatura pendiente con Villanueva del Aceral y mis amigos de allí, era asistir a la novena de la virgen de Rehoyo, por sus particularidades que son “pura antropología”.
Normalmente el nombre de “Villanueva” presupone que había una “Villa vieja”, y así suele ser en muchísimas poblaciones que comparten ese nombre, aunque el apellido sea lo más variable. Con cierta frecuencia también se decía que el pueblo viejo lo habían destruido las termitas… Y en este caso también debió de ser así, lo de la villa vieja y la villa nueva, porque muy cerca del casco urbano, hacia el sur, donde confluyen tres arroyos y había antaño unos prados, hay un paraje donde afloran restos arqueológicos en las tierras de labor que indican un asentamiento tardorromano e incluso restos anteriores. También allí hay una fuente y unos antiguos lavaderos, donde dice la tradición que apareció esta Virgen, que un pastor la halló en un “rehoyo”, como un origen muy extendido de tantas devociones, en este caso de esta pequeña Virgen por su tamaño, pero gran imagen de devoción popular en ese contorno.
Según la Real Academia de la Lengua Española, Rehoyo viene de “refugium, choza, casilla o albergue”, junto a la calzada o carretera. El paraje si se corresponde con esta denominación. El lugar donde apareció y donde existen indicios de poblamiento anterior. Tuve el gusto de visitarlo con un buen amigo de Villanueva, el sacerdote Alfredo Arnaiz, muy conocedor de su tierra, aunque ahora está lejos, pero viene con cierta frecuencia, y también es culto aficionado a los restos de hábitat humano que afloran por los campos de labor. Él fue también quien me indicó muchas particularidades de Villanueva y aquel parentesco de un cura que estaba aquí en los tiempos de la Santa, cuando se dirigía a su primera fundación, a Medina del Campo.
En cuanto a la apariencia histórico-artística de la Virgen, es una pequeña imagen de vestir con Niño Jesús y toda ella vestida de mantos brocados. El historiador Gómez Moreno que la conoció hacia el año 1900 nos la describe escuetamente: “Virgen con Niño, vestida, que parece gótica”. Este historiador, de gran ojo artístico, respetó la tradición de no desvelar lo que las ropas ocultan en las imágenes de devoción popular.
La devoción popular se encarga de rodear los días de la novena de un amoroso culto a la Virgen y de declararla su amor en unos cantos que en la novena dedican a su Madre espiritual, en coros de mujeres y hombres, con algunas letrillas que aluden a circunstancias del momento y que riman primorosamente. Son de esos cantos que el pueblo se encarga de dar personalidad propia y acentos locales. En ellos se aprecian, tanto letras de siempre como anécdotas de ahora. Y me llamó la atención la temática con frases de devoción y de petición de agua para los campos, toda una declaración formal de las antiguas rogativas de petición de agua para los campos. Como ejemplo ahí van estas muestras, entre otras composiciones populares:
A la Virgen de Rehoyo,
la tengo entrañable amor.
Como estáis en ese trono,
tan resplandeciente aurora,
para todo Villanueva, danos buen año, Señora.
Virgen Santa de Rehoyo
tú que viste a Dios nacer,
rompe el candado a las nubes
para que empiece a llover.
Qué bonita está la Virgen
toda vestida de blanco
está pidiendo al Señor
el agua para los campos.
Y, qué casualidad, acompañé a otro amigo, en esta ocasión y con apenas dos días de diferencia, a otra fiesta de la Virgen, esta vez a El Carpio, de Valladolid, y en semejantes circunstancias, cantos a la Virgen de la Consolación en términos semejantes y parecidas formas, y de nuevo la consabida petición de aguas para los campos…
Entre tanto, surcando esos campos de Catilla que aún están reverdecidos y exultantes, aunque ya van apareciendo tierras amarilleando. Esta es nuestra tierra, que por estas fechas luce sus verdores variados, según las especies de los sembrados, pero otros ya se tornan dorados de mies… Es nuestra naturaleza.
FUENTE: RICARDO GUERRA SANCHO