POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA).
Hace unos días recibí una llamada del periodista Javier, el de El Arcón,para invitarme a participar en uno de sus programas, y le dije, aquí estoy a tu disposición, como siempre lo hace este Cronista, estoy al servicio de mi ciudad.
No es la primera vez que lo hago con este periodista, tanto en este programa de tvcyl, la 7, como también para su programa de radio, y también para otros periodistas y programas, siempre que lo demandan.
Conocí a Javier ya hace unos años, la primera vez que llegó a nuestra ciudad como profesional para realizar uno de aquellos programas de radio, precisamente en fechas de las Ferias y Fiestas, y después alguna vez más. Aquella primera ocasión y alguna otra después, se realizaba aquel popular programa en el templete de la música que está en la Plaza del Real con muchos invitados y espectadores que por allí pasaban y se quedaban a ver la retransmisión. Luego vendrían otros escenarios. Un vez estuve con él en la Plaza de la Villa y el Museo de Historia de Arévalo.
Un hombre de barba blanca y copiosa, el aspecto físico que le caracteriza, de hombre “bonachón”, que lo es, principalmente como periodista especializado que domina unos campos tan amplios y atractivos como el turismo, la gastronomía, los vinos y otros productos de la tierra, del patrimonio histórico y artístico, que llegó acompañado de su equipo de “El Arcón” para grabar un nuevo programa.
Siempre es un placer recibir a este personaje que además conoce y controla el día a día de mi ciudad y de su comarca, que sigue muy de cerca los pálpitos de su actividad. Pero tenía que preguntarle: “qué te trae por aquí en esta ocasión”. Su respuesta fue tan clara como rotunda, pues a hablar de La Lugareja, ya que hay novedades a cerca del litigio entablado por ella.
Efectivamente, estaba al tanto de la evolución el tema. Y pensaba grabar en exteriores, pero esos primeros días verdaderamente fríos, casi los primeros del invierno, le obligó a él y su equipo a cambiar el esquema y nos recogimos en lugares cerrados. Fueron varios invitados al programa, las autoridades y otras personas relacionadas con el patrimonio. Mi turno, junto con el párroco Sebastián Gil, nos acogimos al “calor visual” del Pantocrátor de Santa María, que junto con La Lugareja es el otro emblema mudéjar de la ciudad. Y en ese marco fuimos desgranando datos y anécdotas, que ya lo verán, sin tapujos, a voz viva y vivida en torno a ese edificio que es como el estandarte del mudéjar castellano, muy estudiado por historiadores. Yo ahora recuerdo aquí el magnífico informe pericial, para el juicio, que sobre este edificio realizó el historiador Raimundo Moreno, completo y magistral informe que ha recogido desde los primeros momentos históricos, hasta las más recientes investigaciones, lo que hace de él un extraordinario y concluyente testimonio.
Una jornada de grabación en diferentes puntos de la ciudad y con un amplio abanico de participantes, todos ellos de la mano de este gran periodista que por donde va, deja huella, profesionalidad y digna presencia. Gracias Javier, bienvenido nuevamente, como siempre…
No quiero entrar en pormenores para no desvelar contenidos, ya que cuando salga esta columna aún no habremos podido ver el programa.
Pero sí quiero hablar de sensaciones, de emociones en el marco del Pantocrátor, de cómo esta obra magnífica de arte románico de transición apareció de entre la nada, en una obra que intentaba deshacer el entuerto de otra anterior, nefasta y destructiva, cuando se hundió la techumbre de Santa María. Cuando iba a ser restaurada de nuevo, picando hasta siete capas de yesos de enlucidos y capas de blanqueo de cal, aparecieron los primeros dibujos de estas pinturas y saltó la voz de alarma. ¡Aquí hay pinturas…!!!
Efectivamente, poco a poco afloraron aquellos restos pictóricos en los que se podía apreciar claramente dos épocas y dos calidades. Se restauraron en 1999 y el equipo de restauración, con Cristina e Iziar a la cabeza nos ofrecieron alguna información más, como que eran tres épocas, el Pantocrátor propiamente dicho de la bóveda, tardo románico, las escenas de los muros del ábside, transición del románico al gótico, lo que los historiadores llaman gótico lineal, y otras pinturas decorativas más corrientes, y más modernas, del s. XVII.
En definitiva, un excelente marco para hablar de nuestro mudéjar y de nuestra Lugareja, como el exponente más destacado de nuestro patrimonio histórico artístico, que pronto volverá a casa…
FUENTE: R.G.S.
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