POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Estas últimas fechas he tenido que viajar por otras latitudes por cuestiones de ser Cronista Oficial de mi ciudad y también por motivos personales, y eso me ha permitido cambiar de aires, ver y apreciar cosas de otros lugares que de algún modo me llevan a la reflexión de temas de mi ciudad, como casi siempre son los temas que trato en estas líneas.
Y verán amigos, he visto con mucha pena esas hermosas palmeras principalmente de la especie Canaria, la “Phoenix canariensis”, que están desfiguradas y algunas de ellas ya con su copa de palmas seca y enjuta cual esqueleto de palmas, afectadas por el conocido como “Picudo rojo” (Rhybchophorusferrugineus), que también afecta a la palmera Datilera y al Palmito. Se habla de millares de ejemplares perdidos.
Lo mismo en el sur, como he visto en Carmona, Sevilla, San Pedro de Alcántara y Granada, como en el noroeste ahora en la “Villa de los Baños” y en sus alrededores, es deprimente contemplar la cantidad de ejemplares que están enfermos, han perdido o están en vía de perder sus airosas copas de palmas tan características. Algunas de ellas no están afectadas, y no alcanzo a saber el porqué, si como me dicen es que son “machos o hembras” que en cuestión de palmeras no alcanzo a diferenciar.
Bueno, sí diferencio una variedad que por ser más resistente a los fríos de la meseta la encontramos por aquí, unos hermosos ejemplares que dan un toque elegante a nuestros parques y rincones ajardinados, como el que está junto al monumento al cochinillo en la Plaza del Arrabal.
Las escenas y los paisajes pasaban ante mí en la monotonía de los espacios, en jardines urbanos, o en casas y chalets en las zonas rurales, y de vez en cuando surgía un nuevo caso de palmeras descabezada y sin las melenas de palmas… esas descabezadas palmeras que ya solo tienen como corona los esqueletos de los cogollos de las palmas.
Dicen los expertos que esa plaga está en vía de solución con tratamientos especiales, como he podido apreciar en esos conductos que suben por el elevado tronco de algunas palmeras en los Reales Alcázares de Sevilla que están siendo tratadas.
Cuanto me recordaron aquellos negrillos nuestros con el “gota a gota”, tratamiento que en el caso del negrillo fue totalmente ineficaz. Pero se intentó…
Ante tan desolador panorama me han venido a la mente aquellos hechos de hace años en mi ciudad y comarca, y en todos los territorios, me refiero a la plaga de la Grafiosis que asoló nuestro territorio y el de muchos otros países llevándose millones de árboles, los Negrillos, el “Ulmusminor”, aquellas olmas centenarias que poblaban y presidían las plazas de nuestros pueblos y eran un verdadero símbolo en Castilla y que una plaga sin precedentes, asoló prácticamente todos los árboles de esta especie, muchos de ellos varias veces centenarios.
Que ejemplares tan majestuosos eran aquellos de nuestro Paseo de la Alameda, de un considerable grosor que no abarcaban dos o tres personas. Aquellos fueron plantados en el s. XVI. Y otros ejemplares notables como el del atrio de San Martín, o el de la Plaza del Real, o los del Arco de Medina… Entonces La Junta de Castilla y León empleó medios para tratar los ejemplares más significativos, en espacios públicos y privados, pero todo fue inútil. Pero sus raíces se resistieron a morir.
Todo esto pasaba por mi cabeza cuando hace unos días, hablando del programa de formación y empleo “Ajardinarévalo III”, del que quizás uno de sus logros más notable sea el ajardinamiento del entorno del Arco de Medina. Allí, entre otros árboles de olmos siberianos, está un hermoso negrillo autóctono que presenta un estado saludable, quizás podríamos pensar en un estado de regresión de aquella nefasta enfermedad y tengamos pronto de nuevo negrillos de los nuestros, que están ahí, a ver si han producido nuevas autodefensas… quien sabe si lo que no pudo la ciencia haya surgido de forma natural y se puedan regenerar, de forma que asistamos a nuevos árboles de nuestro “Olmusminor” o dicho en castellano del pueblo, nuestras antiguas y emblemáticas Olmas.