POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA).
El año pasado recordábamos que la fiesta de Nuestra Señora de las Angustias había sido una fiesta histórica, por muchos motivos, pero principalmente por cómo se desarrollaron los actos en torno a nuestra Patrona, por la gran participación popular, por la histórica afluencia de público devoto de la Virgen, tanto participando en la gran procesión, como de gentes espectadoras que llenaron el recorrido habitual finalizando en una Plaza del Arrabal espléndidamente abarrotada, como nunca. Realmente fue un acontecimiento mariano, casi comparable, salvando las distancias del tiempo y de emotividad, con la fiesta de la Coronación Canónica de 1955. Siempre que coincide en fin de semana, muchas gentes de fuera se dan cita en la ciudad, comarcanos y arevalenses dispersos por la geografía nacional, para visitar, agasajar y rezar a nuestra Virgen, y eso se nota. Los medios de comunicación actuales, además, favorece esta afluencia masiva.
Pero este año, que será recordado como el de la pandemia criminal, todo ha sido distinto y también podemos calificarlo como de otro año histórico, por todo lo contrario al anterior. Una fiesta que no ha sido fiesta. Es mucho más difícil organizar la «no fiesta» que toda la fiesta acostumbrada… Podrán decirme que estos días de nuestra patrona ya han pasado… muy cierto, pero en esta ocasión confluyen una serie de circunstancias especiales en torno a estos días, que no quiero dejar de reseñar, y así también retomar el ritmo semanal de estas entregas, que he interrumpido por la rápida y triste muerte en soledad de el buen amigo Pablo, una pérdida irreparable… de él hablare en otra columna y le ofreceré un semblante, el de un hombre bueno. Y también porque la singularidad de las circunstancias en torno a Las Angustias, y creo que requieren una reflexión especial.
El pasado año, poco después de aquella magna fiesta que aglutinó en torno a la Señora a millares de personas, en un día radiante de anticipo primaveral, apareció esta pesadilla. Quién iba a decir que pocos días después «el bicho» trastocaría toda nuestra vida y su desarrollo normal. Ya nada fue igual, estamos continuamente acechados por las dudas y los miedos al contagio, y menos aún para tantos millares de personas que nos han dejado, muchos de ellos muy cercanos, amigos o familiares. Una precaución con tendencia al miedo se apoderó de nosotros. Ya casi un año de este «sinvivir».
Volviendo a recordar estos días patronales, la innovación se apoderó de las circunstancias y había que cambiar todo lo que tradicionalmente se venía haciendo para agasajar a nuestra Virgen de las Angustias, la Patrona, con mayúsculas, de Arévalo y su Tierra, que así es el nombre de nuestra Comarca y tanto da como se diga.
Definitivamente ha sido el año de la innovación y de los medios, y de las redes…
Cuando se iniciaban los preparativos, y aún sin las restricciones tan estrictas de aforos y de medidas de seguridad sanitaria que luego llegaron, ya se pensó en la radio para hacer llegar a tantos devotos de la Virgen. Y así, con nuestra radio comarcal, Radio Adaja, preparamos las novenas que han congregado en casa al pueblo devoto, y han sido seguidas por un gran número de personas. Ha sido una fiesta más intimista.
Y la fiesta del día 9, la solemnidad, que quedó reducida a los cultos religiosos de aforo restringido al mínimo, pero al ser televisada por la rtccyl, la 8 de Ávila, la ceremonia presidida por nuestro Obispo José María Gil Tamayo llegó a millares de personas, familias reunidas en las casas para seguir nuestra devoción, desde la ciudad, la provincia y muchos puntos de España por medio de las redes… una cosa insospechada. Como bien dijo en su homilía, «…que distinta es esta iglesia en este día de Nuestra Señora de las Angustias en la ciudad de Arévalo, quién nos iba a decir el año pasado cuando estaba lleno todo este templo, que íbamos a estar en estas circunstancias tan especiales… pero quizás hoy más que nunca, Nuestra Señora hace realidad esta maternidad en los momentos de angustias de sus hijos…». Una fiesta inolvidable.