POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
Como todos los años por estas fechas, este Cronista que suscribe, en función de la obligación y compromiso con mi ciudad, he asistido al XLIV Congreso Nacional de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales, RAECO, que en esta edición se ha celebrado en la ciudad de Carmona y se ha clausurado en la de Sevilla hace unos días.
Tengo por norma, en función de mi cargo como Cronista Oficial de la Ciudad de Arévalo, de asistir a estas reuniones nacionales y participar con mi comunicación de algún tema de la historia de mi ciudad que, por otra parte, es tan conocida en toda España y por la inmensa mayoría de los cronistas participantes, cerca de un centenar en esta ocasión, que con acompañantes e invitados llegamos a más de centenar y medio de perdonas.
Y hablando de cronistas, es muy curioso advertir como de Madrid hacia el sur hay numerosísimos cronistas en las ciudades y pueblos de cada provincia y comunidad autónoma y, sin embargo, hacia el norte disminuye sensiblemente su número. Pongamos como ejemplo nuestra propia provincia de Ávila.
Creo que somos cinco los cronistas abulenses: Madrigal de las Altas Torres, Piedrahíta, Fontiveros, Burgohondo y Arévalo. La capital, desde la muerte de Aurelio Sánchez Tadeo tiene vacante la figura del Cronista, que yo con insistencia y un poco pesada por la confianza, pido y deseo que se cubra, siempre que coincido con algún cargo municipal les digo lo mismo, que estoy muy solo en los congresos…
Un Cronista siempre es una riqueza cultural para un pueblo o ciudad.
Pero repasemos el desarrollo del congreso en el que he participado y colaborado con toda mi voluntad según mi leal saber y entender. En esta edición he llevado un tema de importancia que estaba ahí, latente, esperando ser abordado por la gran aportación documental de que disponía desde el s. XVI y por la importancia de la obra pública que realizaron nuestros antepasados para tener agua de calidad para beber.
Es chocante y así lo manifesté en el congreso, cómo una población que está rodeada por dos ríos que, aunque no caudalosos siempre llevaron agua, y que todas las casas del casco histórico tienen un pozo con agua abundante, pero agua calcárea no muy buena para el consumo humano. Pues el Concejo de esta antigua villa, en la edad media, construyó un acueducto subterráneo que traía aguas riquísimas de manantial, de más de 5 Km. de longitud. Toda una gran obra de infraestructura como ahora decimos, porque en aquellos momentos esta villa era importante y emergente en el contexto de la Castilla medieval.
Esta construcción tan antigua y tan importante así lo demuestra. Y así es como el agua pura llegaba a las tres fuentes públicas que abastecían a la población. Un tema muy atractivo que ha dado mucho de sí, y ha gustado a mis compañeros del congreso y a mí desarrollarlo.
Y qué decir de las ciudades anfitrionas, Carmona y Sevilla. Yo conocí Carmona hace muchos años y de ella tenía un recuerdo vago, lo que más recordaba era su extraordinaria necrópolis que es espectacular y arqueológicamente muy importante y monumental. Pero de la población solo recordaba su Alcázar y Puerta de Sevilla, monumentales e imponentes, y su iglesia prioral de Santa María, gran edificio que parece una catedral.
Y mi regreso, con guías de calidad, ha sido un reencuentro muy agradable en el que he conocido más y mejor una ciudad monumental llena de historia y patrimonio cultural de primer orden. Y Sevilla, estancia corta, pero magnífica, con la clausura del congreso en la Casa de los Pinelo, la sede de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, magnífico palacio y un salón de actos espléndido con las autoridades más notables.
Una visita al Museo de Bellas Artes que es magnífico y a los Reales Alcázares, que era una asignatura que yo tenía pendiente, han sido muy enriquecedoras.
Ya ven se me acaba el espacio y casi no he entrado en materia, porque ha sido un congreso muy denso, de mucho y rico contenido en el que he llevado bien alto el estandarte de mi ciudad, como siempre lo hago en estas ocasiones. Magnífico.