POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÄVILA)

Ya están aquí, las jornadas taurinas de Arévalo, la edición número XVII que organiza
muy bien, con todo sentido, y en equipo la activa Peña Taurina Arevalense. Pero el número casi que da igual, no es lo más significativo, porque estos actos están reconocidos en el mundo taurino de mi región, por su importancia y buen hacer.Verán, el lugar donde se celebran es extraordinario, podríamos decir que escomo un templo de la tauromaquia, y no es una metáfora más o menos inspirada, es una realidad, por lo que sorprende a quienes nos visitan y dan empaque de las jornadas. Es la iglesia de San Martín Obispo, un magnífico templo que antes fue parroquia, desde el s. XII, del románico al barroco con su retablo, sus bóvedas y cúpula, sus dos torres mudéjares y el atrio románico.

Una antigua iglesia convertida en Espacio Cultural tras la restauración realizada por la Fundación de Patrimonio de Castilla y León, que desde el año 2005 la desaparecida Obra Social de Caja de Ávila le imprimió una intensa vida cultural. Fue el centro de todos los acontecimientos culturales y sociales de Arévalo.

Cerró temporalmente como tal espacio cultural para acoger una de las tres sedes de la exposición Credo de las Edades del Hombre en Arévalo el pasado año y cuando este¡acontecimiento finalizó, la obra cultural y la propia entidad de la que dependía ya habían desaparecido.

Fue una de esas cajas provinciales, pequeñas pero cercanas, populares y eficaces hasta que en ella entraron gentes inexpertas… Ya sin actividad retornó a la propiedad, la Parroquia de Arévalo sin cumplir los plazos de cesión.

Yo tenía ganas de volver a ver este histórico lugar con lleno total, como decimos en vocabulario taurino, con un “no hay billetes”, un salón espectacular como dicen todos quienes se acercan desde fuera, participantes y espectadores. Lleno de un público entregado y fiel que representa una muy aceptable media de afición a nuestra fiesta.

De la información y los pormenores este Diario ya informa puntualmente, a mi me gusta saborear el ambiente que en torno a estas jornadas se produce. Dos exposiciones extraordinarias, la de pintura de Luis Pineda, el realismo en los toros y toreros, y en las dehesas de sus ambientes pictóricos, muy buena. Y las esculturas de José Leal, historial importante, toros y toreros en formas estilizadas y certeras, llamativas y con mucha personalidad. Este es otro aspecto de las jornadas, las muestras de arte, temas taurinos.

Aún queda otro fin de semana más que prometedor, aún en el ecuador de estas Jornadas Taurinas de Arévalo, no quiero dejar pasar el tema, porque lo visto y oído hasta el momento es más que suficiente, es importante para despertar sentimientos ysensaciones y escribir hoy sobre ello.

Primera jornada, abarrotado, una mesa joven, el presentador Jesús Barro de TV de Castilla y León, muy a gusto en la escena y con muchas tablas, imprimió cercanía y confianza de tal modo, que los jóvenes novilleros participantes se soltaron con naturalidad y profundidad, se mostraron tan cercanos como creíbles, con esa frescura del inicio de tantas ilusiones y grandes deseos por mostrar algo nuevo en el mundo de la tauromaquia. Son jóvenes pero ya tienen vivencias prometedoras, son vidas sacrificadas por sus ideales, unos valores que hoy no son muy frecuentes, y prometen aunque tienen que recorrer le camino. Animo toreros, que ya es merecedor escuchar vuestras ilusiones…

La segunda jornada ha sido la voz de la experiencia. Un ganadero, Julio Pérez Tabernero ponderado y lleno de sapiencia. Un torero, Juan Diego tan conocedor de este mundo taurino. Domingo Delgado, escritor y aficionado, tan claro como certero en sus juicios y críticas, y todo moderados por Julián Águila, escritor y comentarista de Es Radio. Una mesa de lujo que llenó de atención la noche taurina, noche de sensaciones.