POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)

Cuando circulamos por la provincia de Burgos en dirección a Soria y al ver el indicador del pueblo de Tardajos, nos vienen a la memoria algunos datos leídos– más bien pocos- de la fábrica de embutidos que en esa localidad instaló hacía el año 1925 el empresario noreñense Justo Rodríguez que ya tenía en Noreña la legendaria fábrica La Luz, pues consideraba que aquel clima seco y frio le vendría muy bien para el curado de sus fabricados.

Hace unos días, al viajar sin prisa alguna por aquella zona, nos desviamos al pueblo bien pisado por los peregrinos a Compostela. Preguntamos a los mayores que tertuliaban al sol y nos pusieron en nuestro particular camino: interesarnos por la fábrica. Y no nos costó muchas vueltas. Uno de ellos nos habló de “La Fábrica” donde efectivamente habían elaborado chorizos y hacía ella nos encaminamos. Una buena construcción, reconstruida hace algunos años que tras cesar la producción chacinera en la época de la contienda civil, se dedicó a la fabricación de harinas “La Catalina” y actualmente, es un albergue considerado de calidad superior entre los usuarios.

Bajo el edificio pasaba un canal probablemente utilizado para mover un molino y que fue desviado por los actuales propietarios y que además servía para la limpieza de las tripas que usarían para el embutido, según nos cuenta una señora nonagenaria que se protegía del sol junto al muro que bordea el edificio. Hablamos también con la nueva propietaria, de nombre Cristina, que pocos datos tiene de los que yo buscaba y me recomienda ir en busca de Cosme, uno de los vecinos de más edad del pueblo y que pronto fue localizado en una pequeña bodega donde pasa el tiempo entre garrafas de vino, algo de chorizo y muchos recuerdos. Decía no saber nada del asunto, incluso que el tal Cosme se había ido hace rato, pero poco a poco, tras la desconfianza inicial, fue soltando su memoria ya que siempre oyó que cerca de la actual edificación estaba la iglesia de La Magdalena en la zona de El Cayo y tras derruirla, se aprovecharon las piedras para el muro que circunda el albergue, algunas de cuidada sillería abandonadas en el cauce seco del citado canal. También nos recordó Cosme que el encargado de la fábrica era un tal Manolo, casado con Casimira y que eran naturales de Mieres, donde al regreso, quizás, hayan instalado su propia fábrica.

Para asegurar la calidad de su producción, Don Justo trasladaba a Tardajos mano de obra de Noreña, especialistas que tenía en la fábrica La Luz como Carmina la de Quico Roses, su cuñada Fausta que era el “alma mater” de la producción; Agosto emparentado con los de “Patones” y ejercía de chofer y más personas que lamentamos no poder citar. La supervisión dependía de los hijos de Don Justo. Primeramente Luis, luego Alejandro e incluso María en el tiempo que residió en Burgos en plena contienda cuando Camilo Alonso Vega tenía mando en plaza, nunca mejor dicho.